¿Se puede abrazar la vida monástica y ser monje en la actualidad?

¿Vivir en un monasterio sin ser monje? Se puede, en la Abadía benedictina de Santo Domingo de Silos (España). Los requisitos: tener entre 18 y 45 años y pensar “que el Señor te puede estar llamando a la vida monástica”. La próxima experiencia monástica se celebrará en julio de 2017.

La abadía de Santo Domingo de Silos ofrece «vivir como un monje» a hombres que se planteen la vocación

Si, después de la experiencia, alguno de los candidatos decide ingresar en el monasterio, deberá estar sujeto al horario de la abadía donde el día comienza con madrugón.

A las 06:00

Se rezan Vigilias y 40 minutos después se realiza la lectio divina, en la que “nos ponemos a la escucha orante de la palabra en el silencio y soledad de nuestra celda”, explican los monjes en su página web sermonje.eu.

A las 07:30

Los monjes rezan Laudes, donde “bendecimos y alabamos a Dios por sus maravillas y por el establecimiento de su Reino por la muerte y resurrección de su Hijo”.

A las 09:00

A esa hora llega uno de los momentos más importantes del día, la celebración de la Eucaristía, “centro de la vida de la Iglesia y de la jornada del monje”. La Misa “nos da fuerzas para el resto de día y nos ayuda a enfocarlo desde una perspectiva cristiana y monástica”.

Entre las 10:00 y las 13:45

Los religiosos de silos trabajan. “Trabajar es ofrecer nuestra vida y tiempo a Dios y a nuestros hermanos trabajando por el bien común. Es así una ofrenda de nuestro ser”.

A continuación, se sucede el rezo de Sexta, “una forma de volver a Dios tras una intensa mañana de trabajo”; y el almuerzo, en común y en silencio que para san Benito “es una imagen de la comunión eucarística en la que los hermanos parten el pan juntos”.

Tras la comida, la siesta, que proporciona al monje un tiempo de descanso que “nos permite afrontar el resto de la jornada con fuerzas renovadas”. Y seguidamente Nona, que se reza en el coro “para pedirle al Señor que siga inspirándonos al comenzar la tarde”.

Por la tarde

Entre las 16:20 y las 19:00 se vuelve al trabajo, que concluye con la oración de Vísperas (hasta las 19:45) y en la que “damos gracias a Dios por los bienes que de Él hemos recibido durante el día y recordamos la redención que Cristo ha obrado en nosotros”.

Al terminar el día

En la abadía de silos se vuelve a la lectio divina. “La Biblia es el libro del monje, donde todo lo encuentra y de donde saca cada día cosas nuevas y viejas que le ayudan a vivir como discípulo de Jesús”.

La cena, también en silencio, tiene lugar a las 20:30 horas y después hay un tiempo de recreación, donde “los monjes nos encontramos para compartir un rato de conversación, de anécdotas y de risas”, explican. “Así nos conocemos mejor y aprendemos a entendernos y a vernos como lo que somos: una familia”, añaden.

A las 21:30

En la oración de Completas “nos ponemos en manos de Dios al entrar en la oscuridad de la noche con la esperanza de que nos conceda blog la luz de un nuevo día”. Seguidamente, es el momento del “gran silencio de la noche: oración personal para el que la desee y tiempo para el sueño”.

Artículo publicado por José Calderero en Alfa y Omega

Los siete dones del Espíritu Santo

Los Dones del Espíritu Santo

Una demostración evidente de esta venida son los siete Dones del Espíritu Santo, disposiciones permanentes o capacidades que Dios concede y que hacen a la persona dócil y dispuesta a seguir los impulsos del mismo Espíritu. Los Dones pertenecen en plenitud a Jesús, el Mesías, quien los comunica a sus discípulos por la fe, la oración y los sacramentos. Jesús dijo que “a vosotros os conocerán por vuestros frutos” y San Pablo (Gálatas 5, 22-23) señala que el Espíritu Santo, produce en nosotros los frutos de la Caridad, Alegría, Paz, Paciencia, Comprensión de los Demás, Bondad, Mansedumbre y Dominio de Sí Mismo.

Espíritu de Sabiduría


Este es el Don del buen gusto que consiste en un conocimiento sabroso de las cosas espirituales. Nos hace gustar las cosas de Dios. Sabiduría es ver sabiamente las cosas, no sólo con la inteligencia sino que, también, con el corazón tratando de ver las cosas como Dios las ve y comunicándolas con sabiduría de tal manera que los demás perciban que Dios actúa en nuestra persona: en lo que pensamos, decimos y hacemos.

Espíritu de Inteligencia


Con este Don podemos conocer y comprender las cosas de Dios, la manera cómo actúa Jesucristo, descubrir inteligentemente, sobre todo en las páginas del Evangelio, que su manera de ser y actuar es diferente al modo de ser de la sociedad actual. El Don de la Inteligencia es una luz especial que puede llegar a todas las personas y muchas veces tiene sus frutos en los niños y en la gente más sencilla.

Espíritu de Consejo


Se trata de tener la capacidad de escuchar al Señor que nos habla y tratar de discernir y juzgar las cosas a la luz de la voluntad de Dios. El Don de Consejo nos ayuda a enfrentar mejor los momentos duros y difíciles de nuestra vida, al mismo tiempo nos da la capacidad de aconsejar, inspirados por el Espíritu Santo, a quienes nos piden ayuda, a quienes necesitan palabras de aliento y vida.

Espíritu de Fortaleza


Este Don nos da la firmeza interior necesaria para superar los momentos duros y difíciles de nuestra vida. Muchas veces somos débiles y podemos caer fácilmente en las tentaciones propias de esta sociedad como lo es el dinero, el poder, el consumismo, los vicios.Es justamente allí donde necesitamos el Don de la Fortaleza para pedir al Señor que nos ilumine. El ejemplo de Jesucristo, su pasión y muerte, debe ser para nosotros un auténtico testimonio de fortaleza que nos ha de llevar a superar nuestra debilidad humana.

Espíritu de Ciencia


Este Don nos ayuda a descubrir la presencia de Dios en el mundo, en la vida, en la naturaleza, en el día, en la noche, en el mar, en la montaña. El Espíritu de Ciencia nos descubre nuestro fin sobrenatural y los medios adecuados para alcanzarlo, nos permite discernir entre el bien y el mal y nos hace mirar a las personas y las cosas con los ojos de Dios.

Espíritu de Piedad


El Don de Piedad nos permite acercarnos confiadamente a Dios, hablarle con sencillez, abrir nuestro corazón de hijo a un Padre Bueno del cual sabemos que nos quiere y nos perdona: “Padre Nuestro…”
Este Don nos ha de motivar a la oración y al encuentro profundo con el Señor, a juntarse en la capilla, abrir el Nuevo Testamento y disfrutar de la presencia del Señor en nuestra vida.

Espíritu de Temor de Dios


Aquí no se trata de tenerle miedo a Dios, sino más bien sentirse amado por Él. Este Don nos hace evitar el pecado porque ofende a Dios, por eso cuando se descubre el amor de Dios lo único que deseamos es hacer su voluntad y sentimos temor de ir por otros caminos. En este sentido existe temor de fallar y causarle pena al Señor. Con este Don tenemos la fuerza para vencer los miedos y aferrarnos al gran amor que Dios nos tiene.

Fuente: Mercaba

 

‘No sirve de nada dar testimonio de Jesús si luego se vive como un pagano’

El Papa Francisco advirtió, en la homilía de la Misa celebrada este viernes en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, que no sirve de nada dar testimonio de Jesús si luego se vive como un pagano. Por ello, pidió a los cristianos que sean coherentes.

Memoria

El Santo Padre señaló tres palabras que son como puntos de referencia en el camino cristiano. La primera palabra es la “memoria”. “Para ser un buen cristiano es necesario siempre tener memoria del primer encuentro con Jesús o de los sucesivos encuentros”.

El Papa citó el mandato de Jesús resucitado a los discípulos de ir a Galilea, donde se produjo el primer encuentro con el Señor. “Cada uno de nosotros tiene su propia Galilea”, aseguró el Pontífice.

https://i0.wp.com/1.bp.blogspot.com/-Wqyp11wPo9g/UYfLoouKdNI/AAAAAAAAHYY/FeGMgMB-G4w/s1600/ImageProxy.mvc.jpg?resize=607%2C455
Oración

La segunda palabra, o punto de referencia para todo cristiano, señalado por Francisco, es la “oración”. La oración es la vía para entrar en comunicación con el Señor, aseguró. “Físicamente, el Señor se alejó, pero permanece siempre conectado con nosotros para interceder por nosotros. Hace ver al Padre las heridas, el precio pagado por nosotros, por nuestra salvación. Debemos pedir la gracia de contemplar el cielo, la gracia de la oración, la relación con Jesús en la oración en este momento de escucha”.

Misión

“Después hay un tercer punto de referencia –continuó el Papa–: el mundo, la misión. Jesús, antes de irse, dice a los discípulos: ‘Id al mundo entero y anunciad el Evangelio’. Ir: el lugar del cristiano es el mundo para anunciar la Palabra de Jesús, para decir que hemos sido salvados, que Él ha venido para dar la gracia, para llevarnos a todos con Él ante el Padre”.

Según explicó Francisco, “un cristiano debe moverse en estas tres dimensiones y pedir la gracia de la memoria: ‘Que no me olvide del momento en el que Tú me elegiste, que no me olvide del momento en el que nos encontramos’. Eso es lo que hay que decirle al Señor”.

“Después, rezar, mirar al Cielo porque Él está para interceder, allí. Él intercede por nosotros. Y por último, ir en misión: no quiere decir que todos debamos ir al extranjero, sino hacer la misión y dar testimonio del Evangelio, y hacer saber a la gente cómo es Jesús”.

La coherencia del cristiano

En este sentido, subrayó la importancia de la coherencia de vida cristiana: “Esa misión debe hacerse con el testimonio y con la Palabra, porque si yo explico cómo es Jesús, y cómo es la vida cristiana, y luego vivo como un pagano, entonces no sirve de nada. La misión no funciona”.

Vivir según esos tres ejes de vida cristiana, aseguró el Santo Padre, proporciona la alegría que busca toda persona. Para explicarlo, se remitió a esta frase del Evangelio: “Ese día, el día en que viváis así la vida cristiana, lo sabréis todo y nadie os podrá quitar vuestra alegría”.

“Nadie –aseguró el Papa–, porque entonces tendréis la memoria del encuentro con Jesús, la certeza de que Jesús está en el cielo y que intercede por nosotros en este mismo momento. Entonces tendré el coraje de rezar y de decir a los demás, de dar testimonio con la vida, de que el Señor ha resucitado, que está vivo”.

“Memoria, oración y misión”, concluyó el Obispo de Roma: “Que el Señor nos de la gracia de comprender esta topografía de la vida cristiana y de andar adelante con alegría, con esa alegría que nadie podrá quitarnos”.

«Todo lo que luchamos por la vida de nuestros bebés, de verdad valió la pena»

“Todo valió la pena” es el nombre de la campaña que relata la historia de padres de familia que supieron que el hijo por nacer que esperaban difícilmente sobreviviría. A pesar de todo decidieron luchar por la vida de sus pequeños, rechazando el aborto. Ahora comparten sus historias para ayudar a otros en situaciones similares.

A través de videos cortos, madres y padres relatan cómo fue el embarazo, el momento en que diagnosticaron la enfermedad de su hijo, el nacimiento y reflexionan lo que significó esta experiencia en sus vidas.

Todo esto con el objetivo de “entregar apoyo desde nuestro testimonio y experiencia a todos los padres que decidan acompañar a sus hijos hasta el final”, describe el sitio web Valiolapena.cl.

Los padres señalan que luego de recibir un “diagnóstico desolador” se sintieron “angustiados, confundidos, tristes y abandonados por nuestro médico. No sabíamos cómo enfrentar la situación, ninguno estaba preparado para recibir esta noticia”.

“Por otro lado, la opción de realizar un aborto tampoco aliviaba nuestro dolor, pues la causa de nuestro dolor es precisamente saber que nuestro hijo va a fallecer”, agregan.

Con distintas historias pero con la misma finalidad de apoyar y amar a su hijo hasta el final, estos padres llegaron al Programa de Cuidados Paliativos Perinatales “Acompañares UC”, de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

En el equipo de profesionales multidisciplinario de Acompañares UC encontraron un acompañamiento integral: acogida, respuestas, atención durante el embarazo, el parto, postparto y en el duelo.

“Acompañares UC nos entregó esperanza, paz, amor y tranquilidad. Nos dieron la oportunidad de conocer a nuestros hijos, despedirnos transitoriamente y cuidarlos hasta sus últimos suspiros. Todo valió la pena”.

Testimonio

Sandra Velásquez relata cómo fue el diagnóstico de Valentina, su hija con anencefalia que vivió solo 57 minutos. “Con el dolor que significa una noticia como esta, decidimos seguir adelante con la gestación de nuestros hijos”, agrega.

“Uno siente que dio todo hasta el final, que no les cortó la vida, que uno optó por la vida porque nadie merece ser tratado de esa manera”.

De la misma forma, Grace Pozo relata emocionada cómo fue su experiencia con Amanda su hija gravemente enferma que falleció a los seis días de nacer.

“Si tuviese que vivir la experiencia, lo vivo de nuevo. A pesar del dolor de no tenerla físicamente pero, ella está en mi corazón. Y todo lo que luchamos de verdad valió la pena”, manifestó.

Al final del video, Grace muestra imágenes de su hija y dice: “Esta es la chiquitita que me enseñó todo lo lindo de esta vida, a valorarla, a respetarla desde mi vientre y no querer hacer ningún tipo de atentado porque venía enferma”.

Esta campaña surge mientras en el parlamento avanza la discusión del proyecto de aborto en tres causales: riesgo de vida de la madre, “inviabilidad” fetal y violación.

Fuente: ACI prensa

10 preguntas y respuestas sobre la financiación de la Iglesia

La Iglesia tiene un compromiso de transparencia en la gestión de sus recursos económicos que se resume en 10 líneas de acción muy claras y concretas que se definen en el acuerdo firmado con Transparencia Internacional España. Isidro Catela Marcos responde 10 diez preguntas comunes sobre la economía de la Igleisa. ¿Financia el Estado a la Iglesia? ¿Tiene la Iglesia privilegios fiscales? ¿Paga la Iglesia tasas municipales?

1.- ¿El Estado financia a la Iglesia?

Para su sostenimiento, la Iglesia no recibe nada de los Presupuestos Generales del Estado. Los contribuyentes eligen libre y voluntariamente, cada año, poner la X en la Declaración de la Renta. Esto supone, aproximadamente, un 25% del total de la financiación de la Iglesia.

El artículo 16 de la Constitución Española de 1978 establece que los poderes públicos “mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones”. Por otra parte, el Acuerdo sobre Asuntos Económicos entre la Santa Sede y el Estado Español, de enero de 1979, establece que “el Estado se compromete a colaborar con la Iglesia Católica en la consecución de su adecuado sostenimiento económico, con respeto absoluto del principio de libertad religiosa” (art. II.1.). Cooperación y colaboración no es financiación directa ni subvención.

2.- ¿La Iglesia ahorra dinero al Estado?

Es muy difícil conocer con exactitud la cantidad que la Iglesia le ahorra al Estado. Solo en el campo educativo, donde este cálculo es mucho más sencillo, podemos afirmar que, según datos del propio Ministerio de Educación, una plaza en un centro público tiene un coste anual de 3.518 euros. En un centro concertado, esa misma plaza cuesta al erario público únicamente 1.841 euros. Únicamente por este concepto, y tomando como base los datos de gasto público del Ministerio de Educación en 2009, la Iglesia ahorra al Estado 4.399 millones de euros.

3.- ¿El Patrimonio de la Iglesia es un tesoro económicamente rentable?

La Iglesia es depositaria de un importante patrimonio cultural que a lo largo de los siglos han sido creados o recibidos por distintas instituciones de la Iglesia. Este patrimonio no se plantea como una riqueza en sí misma, ni supone un tesoro económico o fuente de negocio. Se ha planteado siempre como servicio a los demás, es un tesoro cultural para todos, pero en ningún caso un tesoro económicamente rentable. Más bien todo lo contrario.

4.- ¿La Iglesia solo aporta un 2% del presupuesto de Cáritas?

Se confunde aquí la aportación de la Iglesia con la donación de la Conferencia Episcopal Española. En realidad, cuando se habla de ese 2% se trata de un donativo que se viene realizando desde la CEE en los últimos cuatro años. La cantidad se ha ido incrementando anualmente hasta situarse en el 2,17% actual. En 2011 se han donado 5 millones de euros. Y en estos cuatro años (2008-2011), se ha entregado un total de 13,8 millones de euros.

Además, cuando se habla de esa “escasa” aportación del 2% se toma como base el presupuesto presentado por Cáritas Española y no se hace referencia alguna a las Cáritas diocesanas, una verdadera red que llega a todos por medio de las Cáritas parroquiales.

El 65% de los fondos de Cáritas proceden de donaciones privadas. La gran mayoría de esos fondos provienen de instituciones y de personas de la misma Iglesia.

5.- ¿Cáritas no es la Iglesia?

Cáritas no solo pertenece a la Iglesia sino que es la misma Iglesia, en su estructura más fundamental que es la parroquia. Los miles de voluntarios de la Iglesia, que realizan actividades sociales, no nacen por generación espontánea. Son miembros de la Iglesia que han recibido el anuncio de la Buena Noticia y viven y alimentan su fe en la comunidad eclesial. Esa experiencia es la que da razón de ser a toda su actividad.

6.- ¿La Iglesia no paga el IBI?

Es falso. La Iglesia paga el IBI de todos los inmuebles que no estén exentos por ley.

7.- ¿La Iglesia es la única que, en algunos casos, está exenta del pago del IBI?

También es falso. Tampoco lo pagan, entre otras, las Fundaciones, las Asociaciones de utilidad pública, las federaciones deportivas, los partidos políticos, los sindicatos, las iglesias evangélicas, las comunidades hebreas y musulmanes. En Madrid, por ejemplo, no pagan el IBI: el museo del Prado, la SGAE, el Hotel Ritz, el Palacio de Liria, etcétecera.
Está regulado en la llamada Ley de Mecenazgo (ley 49/2002).

Se trata de una medida de incentivo fiscal con la que el Estado reconoce las actividades de interés general que realizan muchas instituciones. Es lógico que el Estado promueva e incentive –también fiscalmente- a quienes trabajan a favor del bien común.

8.- ¿La Iglesia no paga tasas municipales?

Sí las paga (basuras, vados de garajes, etc.). No hay ninguna exención prevista en la Ley sobre el pago de estas tasas.

9.- La Ley le da la razón a la Iglesia, pero en este momento tan duro de crisis, ¿no podría hacer un gesto ante la sociedad y renunciar voluntariamente a la exención del IBI?

La Iglesia hace gestos reales y diarios en favor de los que más lo necesitan. Muchos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos han hecho signos visibles, reduciéndose el sueldo, y otros muchos lo han hecho y no lo han dicho.

10.- ¿Y si hubiera un cambio en la legislación fiscal?

La Iglesia estará siempre a lo que dicte la Ley. Si hubiera un cambio en la legislación fiscal, estaría a lo que dictara la norma, siempre con el límite de los beneficios previstos en los Acuerdos, que tendrán rango superior. La Iglesia va a seguir cumpliendo su misión con los medios de que disponga. Lógicamente, si se dispusiera de menos recursos, las actividades podrían verse mermadas, pero con más o con menos medios, la Iglesia va a seguir haciendo mucho por tantos que todavía necesitan tanto.

Por Isidro Catela Marcos. (Publicado el 1 de junio de 2012).

Eucaristía y humildad

Para este mes de Mayo, dedicado a María, “la esclava del Señor”, os proponemos un buen tema para leer y reflexionar: ¡La Eucaristía!, misterio insondable de amor, de entrega y donación a quien se acerca con humildad a él. La humildad es el camino por el que tendremos fácil acceso a todos los misterios de Dios, ya que solo a los “humildes” Dios les revela sus secretos.

La Eucaristía, que aparentemente es “nada”, es el gran don que Dios hace a los que con corazón sencillo se acercan, aunque “no sean dignos de que entre en su casa”.

¿Qué es la humildad?

La humildad es la virtud que modera el apetito que tenemos de la propia excelencia, del propio valer.  Es una virtud que nos lleva a reconocer la grandeza de Dios y, al mismo tiempo, al conocimiento exacto de nosotros mismos, procurando para nosotros la oscuridad y el justo aprecio por amor a Cristo.

Es una virtud que no conocieron los paganos griegos o romanos ni las grandes civilizaciones antes del Cristianismo. Ellos –los grecolatinos- buscaban siempre la excelencia en todo, y para ello usaban de todas las tretas, sean lícitas y buenas, o no tan buenas. No sabían reconocer sus límites ni sus defectos. Es más, buscaban inmortalizar su gloria y su honor, que buscaban con frenesí. Para ellos, la humildad era un defecto, una debilidad.

La humildad la trajo Jesús del cielo, pues no se encontraba entre los mortales. Y la trajo, encarnándola Él mismo en su ser. Él es la Humildad misma.

Para nosotros, ¿qué es la humildad?

La humildad es una virtud que sabe reconocer lo bueno que hay en nosotros, para agradecer a Dios de quien viene todo lo bueno que somos y tenemos, sin apropiarnos nada. Sabe reconocer los propios límites y defectos, no para desanimarse, sino para superarlos con la ayuda de Dios.

Por ejemplo, ¿qué diríais de aquél que alaba un cuadro? ¿A quién debería alabar: al cuadro o al pintor de ese cuadro?

“No niegues tus cualidades ni los éxitos que logres. El Señor se sirve de ti, lo mismo que el artista utiliza un pincel barato” CE 515

La humildad es una virtud que sabe abajarse para servir a los demás, a quienes aprecia e incluso considera mejor que él mismo. Es más, se alegra que los demás sean más amados, preferidos, consultados, alabados que él.

¿Qué relación hay entre Eucaristía y humildad?

La Eucaristía es el sacramento del abajamiento, del ocultamiento. Más no podía bajar Dios. Él, que podría manifestarse en el esplendor de su gloria divina, se hace presente del modo más humilde. Se pone al servicio de la humanidad, siendo Él el Señor.

No se consideró más que los demás, no vino a despreciar a nadie, no vino a hacer sombra a nadie, no vino a desplazar a nadie, no vino a considerarse el mejor, el más santo, el más perfecto.

Se hace el más humilde de todos. El pan es la comida del humilde y del pobre. Es un pan que se da, se parte, se comparte, se reparte. ¡Cuántos gestos de amor humilde!

Jesús Eucaristía está aquí escondido, aún más que en el pesebre, aún más que en el calvario. En el pesebre y en la cruz se escondía solo la divinidad, aquí en la eucaristía también esconde la humanidad. Y sin embargo, desde el fondo del Tabernáculo es la causa primera y principal de todo el bien que se hace en el mundo. Él inspira, conforta, consuela a los misioneros, a los mártires, a las vírgenes. Él quiere estar escondido y hacer el bien a escondidas, en silencio, sin llamar la atención.

¿Y cuántas afrentas e insultos, profanaciones, distracciones, soledad, desatenciones, no recibe este Sacramento del amor? Y en vez de quejarse, protestar o cerrar su Sagrario, dice “Venid a Mí . . . todos”.

¡Cuántas veces vamos a comulgar no con las debidas disposiciones, ni con el fervor que deberíamos, ni con la atención suficiente! Y no sé cuántos de los que comulgan en la mano la tienen limpia, aseada, y hacen de su mano realmente un verdadero trono decente y puro para recibir al Señor. ¡Hasta ahí se rebaja! Podemos hacer con Él lo que queramos. No se resiste, no se altera, no echa en cara. Todo lo aguanta, lo tolera.

¿Cuál es el compromiso que adquirimos al comulgar, al acercarnos y vivir la Eucaristía?

Ser humildes. Quien comulga a Cristo Eucaristía se hace fuerte para vivir esta virtud difícil y recia, la humildad.

  1. La humildad es la llave que nos abre los tesoros de la gracia. “A los humildes Dios da su gracia”, nos dice san Pedro en su primera carta. A los soberbios Dios los resiste, pues éstos buscan solo su provecho. Dios, a los humildes les da a conocer los misterios, a los soberbios se los oculta.
  2. La humildad es el fundamento de todas las virtudes. Sin la humildad, las demás virtudes quedan flojas, endebles. Y se caen, tarde o temprano.
  3. La humildad es el nuevo orden de cosas que trajo Jesús a la tierra. “Los más grandes son los que sirven, los más altos son los que se abajan”.

“¿Quieres ser grande? Comienza por hacerte pequeño. ¿Piensas construir un edificio de colosal altura? Dedícate primero al cimiento bajo y cuanto más elevado sea el edificio que quieras levantar, tanto más honda debes preparar su base. Los edificios antes de llegar a las alturas se humillan”. San Agustín.

La humildad consiste esencialmente en la conciencia del puesto que ocupamos frente a Dios y a los hombres y en la sabia moderación de nuestros deseos de gloria.

La humildad no nos prohíbe tener conciencia de los talentos recibidos, ni disfrutarlos plenamente con corazón recto; sólo nos prohíbe el desorden de jactarnos de ellos y presumir de nosotros mismos. Todo lo bueno que existe en nosotros, pertenece a Dios.

Que la Eucaristía nos ayude a ser cada día más humildes.

Fuente: STBC