REDES SOCIALES

La Parroquia Santa Eugenia te ofrece una serie de apps para tu smartphone que hacen las maravillas a todo cristiano. Además te invitamos a que visites nuestras redes sociales en las que hacemos presente no sólo a la Parroquia sino también a Dios y a la Iglesia

Aplicaciones

Eprex

E-prex: Una aplicación muy completa que te permite rezar la Liturgia de las Horas completa de cualquier día así como leer las lecturas y el Evangelio del día.


IsiloIsilo:
 Aplicación de pago que se actualiza constantemente todos los meses y que te permite disponer de todos los documentos magisteriales, pontificios, litúrgicos así como de distintos recursos

unnamedRosario Virgen María: Gracias a esta aplicación podrás rezar el Santo Rosario. Incluye todos los Misterios al igual que las letanías.

unnamed-1Ejercicios espirituales: La mejor app que puedes encontrar si no tienes a mano el libro de los EE de San Ignacio de Loyola

construyetufam

Construye tu familia: En tu matrimonio no estás solo. La Delegación de familia de la Archidiócesis de Madrid te ofrece esta app para orientarte en esta nueva etapa de vuestra vida. Tu familia paso a paso: explicaciones sobre las fases y el valor de tu matrimonio. El amor humano, dificultades, el perdón, la comunicación, la paternidad…

Redes Sociales

A través de las redes sociales la Parroquia se da a conocer a todo el barrio de Santa Eugenia y Madrid.

¿Has probado a escuchar Radio María en directo?

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Las redes sociales

El concepto «red social» entró en el magisterio de la Iglesia a partir de 2009. Fue en el Mensaje del Papa para la XLIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que ese año se celebró el 24 de mayo y que estuvo dedicado al tema «Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo, de amistad».

Sobre medios de comunicación en general, las enseñanzas y valoraciones de la Iglesia son abundantes: desde el documento conciliar «Inter Mirifica» (1963), pasando por los mensajes anuales para las jornadas dedicadas precisamente a la comunicación social (el primero es de Pablo VI y data de 1967) hasta la Carta Apostólica de Juan Pablo II, «El rápido desarrollo de los medios de comunicación», del 24 de enero de 2005.

Internet en particular también ha merecido la atención del magisterio. Fruto de esa consideración son los documentos del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales «Ética en internet» y «La Iglesia e internet», ambos del 28 de febrero de 2002.

El primero ofrece, en sus cuatro partes, constataciones preocupantes sobre internet y también algunas recomendaciones morales; el segundo, en sus tres partes, se articula en torno a las oportunidades y desafíos que internet presenta a la Iglesia, para luego esbozar algunas recomendaciones.

La reflexión en torno al mundo digital ha estado acompañado por el trabajo práctico en él: el portal institucional on line de la Santa Sede nació apenas unos meses después que la world wide web estuviera operando. Y a lo largo de todo este tiempo, también con el desarrollo ulterior y específico de las redes sociales, el empeño evangelizador de la Iglesia ha cobrado forma con proyectos precisos y oficiales en YouTube, Facebook, Blogger y Twitter.

Yendo al punto de la enseñanza de la Iglesia sobre redes sociales, ¿cuál es y en dónde se encuentra? ¿Qué subtemas ha tocado de un modo más incisivo?

El mensaje al que se aludió al comienzo fue el primero pero no el único donde Benedicto XVI ha ofrecido una primera aproximación-valoración sobre las también llamadas «social network». En 2010 y 2011 ha vuelto a tocar temas relacionados.

El mensaje de 2009 se puede considerar de tipo «fenomenológico» pues sustancialmente hace dos verificaciones: una en torno al uso y beneficios cuando dice:

«El fácil acceso a teléfonos móviles y computadoras, unido a la dimensión global y a la presencia capilar de Internet, han multiplicado los medios para enviar instantáneamente palabras e imágenes a grandes distancias y hasta los lugares más remotos del mundo. Esta posibilidad era impensable para las precedentes generaciones. Los jóvenes especialmente se han dado cuenta del enorme potencial de los nuevos medios para facilitar la conexión, la comunicación y la comprensión entre las personas y las comunidades, y los utilizan para estar en contacto con sus amigos, para encontrar nuevas amistades, para crear comunidades y redes, para buscar información y noticias, para compartir sus ideas y opiniones. De esta nueva cultura de comunicación se derivan muchos beneficios: las familias pueden permanecer en contacto aunque sus miembros estén muy lejos unos de otros; los estudiantes e investigadores tienen acceso más fácil e inmediato a documentos, fuentes y descubrimientos científicos, y pueden así trabajar en equipo desde diversos lugares; además, la naturaleza interactiva de los nuevos medios facilita formas más dinámicas de aprendizaje y de comunicación que contribuyen al progreso social».

En el mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2009 también hace una reflexión-llamada de atención en torno a un concepto en torno al cual suelen girar las relaciones humanas: el de «amistad». Se trata de una profundización ulterior y original que supuso una aportación novedosa por parte del Sumo Pontífice, no sólo en ámbito católico:

«El concepto de amistad ha tenido un nuevo auge en el vocabulario de las redes sociales digitales que han surgido en los últimos años. Este concepto es una de las más nobles conquistas de la cultura humana. En nuestras amistades, y a través de ellas, crecemos y nos desarrollamos como seres humanos. Precisamente por eso, siempre se ha considerado la verdadera amistad como una de las riquezas más grandes que puede tener el ser humano. Por tanto, se ha de tener cuidado de no banalizar el concepto y la experiencia de la amistad. Sería una pena que nuestro deseo de establecer y desarrollar las amistades on line fuera en deterioro de nuestra disponibilidad para la familia, los vecinos y quienes encontramos en nuestra realidad cotidiana, en el lugar de trabajo, en la escuela o en el tiempo libre. En efecto, cuando el deseo de conexión virtual se convierte en obsesivo, la consecuencia es que la persona se aísla, interrumpiendo su interacción social real. Esto termina por alterar también los ritmos de reposo, de silencio y de reflexión necesarios para un sano desarrollo humano»