¿Para qué existe la Iglesia? El Papa Francisco contesta

El Papa Francisco recordó en sus palabras antes de rezar el Regina Coeli la celebración de la fiesta de la Ascensión que tiene lugar hoy en todo el mundo: “La escena se desarrolla en Galilea, lugar donde Jesús les había llamado a seguirlo para formar el primer núcleo de su nueva comunidad”.

“La Ascensión de Jesús al cielo constituye el fin de la misión que el Hijo ha recibido del Padre y el inicio de la continuación de esta misión de parte de Iglesia”, explicó el Papa mostrando cuál es la misión de la Iglesia.

“La Ascensión de Jesús nos recuerda de esta ayuda de Jesús y de su Espíritu que da confianza y seguridad a nuestro testimonio cristiano en el mundo” y “nos revela porqué existe la Iglesia”. “¿Para qué existe la Iglesia?” preguntó el Papa Francisco: “¡Existe para anunciar el Evangelio!” Resultado de imagen de quien es la iglesia

¿Quién es la Iglesia?

Papa Francisco quiso mostrar que la Iglesia “somos todos nosotros, los bautizados” e invitó a “comprender mejor que Dios nos ha dado una gran dignidad y la responsabilidad de anunciarlo al mundo, de hacerlo accesible a la humanidad. Esta es nuestra dignidad, este es el mayor honor en la Iglesia”

Tras la oración Papa Francisco quiso volver a enviar un mensaje de solidaridad a “Tawadros II y a toda la nación de Egipto, que ha sufrido otro nuevo acto de feroz violencia”. En su intervención recordó como las víctimas (muchos de ellos niños) iban a un Santuario a rezar y murieron por no renegar de su fe. Debido a eso, a todos ellos los consideró “mártires” y pidió por que el Señor los acoja con este “valiente testimonio”.

https://i0.wp.com/egyptianstreets.com/wp-content/uploads/2015/04/pope-Tawadros_2402308b.jpg?w=840&ssl=1

Papa Francisco también pidió rezar por el “horrible atentado en Manchester”, “donde tantos jóvenes fallecieron”

Finalmente mandó un saludo por la celebración de las Comunicaciones Sociales: “Rezamos porque la comunicación sea efectivamente constructiva al servicio de la vida, difundiendo esperanza y fe” y a los genoveses que le acogieron en su visita pastoral celebrada ayer.

(AP foto/Andrew Medichini)

Fuente: Aleteia

¿Cómo se fue al cielo Jesús?

Después de que Jesús resucitó de entre los muertos, “se presentó vivo” (Hechos 1,3); a las mujeres cercanas a la tumba (Mateo 28, 9-10), a sus discípulos (Lucas 24, 36-43) y a más de 500 más (1 Corintios 15, 6). En los días siguientes a su resurrección, Jesús enseñó a sus discípulos acerca del reino de Dios (Hechos 1, 3).

Cuarenta días después de la resurrección, Jesús y sus discípulos fueron al monte de los Olivos, cerca de Jerusalén. Allí, Jesús prometió a sus seguidores que pronto recibirían el Espíritu Santo, y les ordenó que permanecieran en Jerusalén hasta que el Espíritu hubiera venido. Entonces Jesús los bendijo, y al dar la bendición, comenzó a subir al cielo. El relato de la ascensión de Jesús se encuentra en Lucas 24, 50-51 y Hechos 1, 9-11.

De las Escrituras se deduce claramente que la ascensión de Jesús fue un regreso literal y corporal al cielo. Se levantó de la tierra gradualmente y visiblemente, observado por muchos espectadores intencionados. Mientras los discípulos se esforzaban por captar un último vistazo de Jesús, una nube lo ocultó de su vista, y dos ángeles aparecieron y prometieron el regreso de Cristo “de la misma manera que lo han visto ir” (Hechos 1,11).

Resultado de imagen de ascensión

La Ascensión de Jesucristo es significativa por varias razones:

1) Señaló el fin de Su ministerio terrenal. Dios el Padre envió amorosamente a su Hijo al mundo en Belén, y ahora el Hijo estaba regresando al Padre. El período de la limitación humana había terminado.

2) Significó éxito en su obra terrenal. Todo lo que había venido a hacer, había cumplido.

3) Señaló el regreso de Su gloria celestial. La gloria de Jesús había sido velada durante su estancia en la tierra, con una breve excepción en la Transfiguración (Mateo 17, 1-9).

4) Simbolizó Su exaltación por el Padre (Efesios 1: 20-23). Aquel con quien el Padre está complacido (Mateo 17: 5) fue recibido en honor y se le dio un nombre por encima de todos los nombres (Filipenses 2, 9).

5) Le permitió preparar un lugar para nosotros (Juan 14, 2).

6) Indicó el comienzo de Su nueva obra como Sumo Sacerdote (Hebreos 4, 14-16) y Mediador de la Nueva Alianza (Hebreos 9,15).

7) Estableció el patrón para su regreso. Cuando Jesús venga a establecer el Reino, Él regresará justo como Él lo dejó-literalmente, corporalmente y visiblemente en las nubes (Hechos 1,11, Daniel 7, 13-14, Mateo 24,30, Apocalipsis 1, 7).

Actualmente, el Señor Jesús está en el cielo. Las Escrituras frecuentemente lo representan a la derecha del Padre, una posición de honor y autoridad (Salmo 110, 1, Efesios 1,20, Hebreos 8:,1). Cristo es la Cabeza de la Iglesia (Colosenses 1, 18), el dador de dones espirituales (Efesios 4, 7-8), y El que llena todo en todos (Efesios 4, 9-10).

Fuente: Aleteia

Ascensión del Señor

La ascensión de Cristo a los cielos designa la exaltación de la humanidad de Jesucristo a la gloria de la vida divina. Es uno de los misterios de Cristo, estrechamente relacionado con el de la resurrección y el del envío del Espíritu Santo, pero posee una significación teológica propia.

Este término se deriva del latín ascendere, que significa subir, dirigirse hacia arriba. En el original griego se usan varias palabras que captan este acontecimiento desde perspectivas diversas. En las fuentes del Nuevo Testamento se encuentran las siguientes expresiones: fue «exaltado» junto a Dios (cf Flp 2,9; Hch 2,33. Jn 12,32.34); fue (,glorificado» (cf. Jn 39. 17 1); ‘(entró en su gloria» (Lc 24,26); «voy – (poreúomai) al Padre» (Jn 16,28); «subo (anabaíno) al Padre» (Jn 20,17); «fue llevado (anelémñhe) al cielo y se sentó a la derecha de Dios» (Mc 16,19); «habita en el cielo» (Ef 2,20); ‘(penetró en los cielos y está sentado a la derecha del Padre» (Heb 12,2).

Hay que señalar la doble narración de Lucas: al final del evangelio se dice que el Resucitado » se separó (diéste) de ellos y fue llevado (aneféreto) hacia el cielo (Lc 24,5051); al comienzo de los hechos se afirma que «fue tomado (anelemfyheís) de entre vosotros hacia el cielo (y) volverá algún día» (Hch 1,11). Mateo no habla expresamente de la ascensión; la supone y subraya la continua presencia del Señor resucitado en medio de los suyos hasta el final del mundo (cf. Mt 28,20).

Del conjunto de estos pasajes se deduce lo siguiente: se habla de un acontecimiento que no se identifica formalmente con la resurrección como victoria de Jesús sobre la muerte; la exaltación junto a Dios, a la derecha del Padre, se atribuye algunas veces directa y activamente a Jesús («subo», «voy», «entró»), mientras que otras veces, en la forma pasiva, se le atribuye a Dios por la fuerza de su Espíritu (“fue levantado», «fue llevado hacia el cielo», etc.).

La mayor parte de los exegetas ven en la ascensión una dimensión del paso de Jesús desde este mundo hasta la vida eterna de Dios a través de la resurrección y consideran el texto de Hch 1,3- 11, donde se habla de la ascensión después de cuarenta días de haber resucitado, como un pasaje en el que Lucas desea relacionar el tiempo de Cristo con el de la Iglesia y habla del último encuentro sensible del resucitado con los discípulos.

La predicación cristiana ha incluido siempre en su anuncio de Cristo la ascensión. Hay muchos textos del Magisterio que récuerdan este contenido de fe (cf. especialmente DS 11; 30; 72; 150; etc.). Desde el s. 1V la Iglesia celebra además una solemnidad litúrgica dedicada a la misma.

La teología de los Padres ha valora do este misterio de Cristo en perspectiva: a) cristológica: con la ascensión se alcanzó la cima de la encarnación (cf., sobre esto, especialmente Hilario de Poitiers, De rrin. XI); b) antropológica: el hombre ha sido glorificado en él y ha sido llevado a la dignidad más sublime (cf. especialmente León 1, Serm. de ascensione, 73ss); c) antignóstica: la carne, la corporeidad, se ha salvado y ha sido introducida plena y definitivamente en la vida eterna del Dios incorruptible e inmortal (sobre esto cf. especialmente Ireneo, Adv. Haer. 1, 10, 1).

En la roca conservada en el santuario de la Ascensión del Señor, la tradición reconoce la huella del pie derecho de Jesús, dejada en el momento en que ascendía al cielo. Es venerada por los cristianos. La casa construida por los cruzados fue convertida en una mezquita, aunque no se utiliza para el culto a causa de los muchos peregrinos cristianos.

Entre los teólogos escolásticos se distingue santo Tomás de Aquino por el hecho de atribuir con claridad un valor salvífico al acontecimiento de la ascensión de Jesús a los cielos; este acontecimiento es causa de salvación para el hombre, porque alimenta la fe y la esperanza en Cristo, fundamento y meta de la salvación plena, escatológica (cf. 5. rh. 111, 57, 1 y 6).

La teología contemporánea dedica una especial atención al contenido teológico de la ascensión. Algunos teólogos, sobre todo del área de la Reforma, tienden a ver en los textos neotestamentarios unas narraciones mitológicas que intentan «explicar» la resurrección (W. Elert, P. Althaus, W Joest, etc.). Sin embargo, la mavor parte de ellos ve allí el testimonio de un elemento particular del acontecimiento de la glorificación de Cristo y pone de relieve lo que significa la ascensión para la esperanza cristiana.

Podemos recoger los resultados más significativos de la reflexión teológica más reciente:

  1. El cambio de la imagen del mundo en la época moderna y la problemática de la desmitificación de los textos bíblicos y de las afirmaciones de la predicación cristiana tradicional, que de aquí se ha derivado, han estimulado a la teología a centrarse únicamente en el contenido de fe del acontecimiento de la ascensión y a relativizar las imágenes y las categorías culturales con que se ha revestido. Esto se refiere tanto al «traslado» espacial y temporal del Cristo glorioso como también a las imágenes con que se ha representado la realidad de la salvación expresada en él: por ejemplo, en el «cielo» se ve a Dios y la esfera de su vida divina gloriosa y beatificante, no ya el estrato superior del edificio cosmológico del mundo; la «derecha de Dios» es la vida, la dignidad y el honor divino, etc.
  2. La ascensión tiene que relacionarse íntimamente con la resurrección como paso de Jesús de la situación de existencia de este mundo (kata sarka) a la del mundo nuevo, escatológico, impregnada de la fuerza vivificante y glorificante del Espíritu (kata pnéuma).

Sin embargo, expresa un momento y un aspecto específico de la glorificación de la humanidad de Cristo, es decir, su colocación junto a Dios, su elevación a la participación de la vida de Dios en comunión eterna con él, su exaltación por encima de todas las criaturas.

La ascensión no es un «alejamiento» de Jesucristo de su Iglesia, de su Cuerpo, de la historia humana y del mundo, sino más bien su entrada y su permanencia en una condición nueva de existencia, gracias a las cuales, por la fuerza del Espíritu divino del que está totalmente impregnada su humanidad, puede estar realmente presente a ellos a lo largo de los tiempos, aunque de una forma misteriosa, en la espera de su luminosa manifestación a todos los hombres con su venida gloriosa (cf. Flp 3,21).

La valoración de las diversas perspectivas resaltadas por la tradición cristiana, especialmente por los Padres, ha estimulado a la teología actual a ilustrar el contenido doctrinal de la ascensión en la óptica eclesiológica, antropológica y cósmica. Por lo que se refiere a la perspectiva antropológica, la reflexión teológica actual muestra que la corporeidad del hombre, que tanto se exalta y hasta se idolatra hoy bajo algunos aspectos, mientras que en otros aspectos se la profana y se la vive con tanta superficialidad, recibe de la verdad de fe de la ascensión una poderosa inyección de sentido y de esperanza.

Y por lo que se refiere a la perspectiva cósmica, indica que la inserción del hombre en el cosmos, que hoy tanto se siente, incluso a nivel de conciencia ecológica, encuentra una motivación profunda en la perspectiva de salvación garantizada y prometida por Dios en la corporeidad humana de Jesús, límite de este mundo.

 

Fuente: G.lammarrone