Hace unos días nos pasaron este curioso artículo de la página web de una parroquia de Madrid. Esperemos que os guste y que sobre todo, nos haga pensar en la gran importancia que tiene la Eucaristía en nuestras vidas.
En un artículo anterior una amable lectora comentó que las razones que yo daba para asistir a la Misa eran válidas para los practicantes, pero echaba en falta algunos argumentos para aquellos que no lo son.
Me parece un reto difícil. Esto es algo así como explicar el juego de los colores en un cuadro de Matisse a un ciego, o la armonía del segundo movimiento de la Quinta sinfonía de Beethoven a un sordo. Para poder comunicar el gozo que se experimenta en algo hay que tener una mínima base en común; de lo contrario, las posibilidades de establecer una comunicación pueden ser prácticamente nulas. Quizá podamos probar la aproximación contraria: analizar las razones por las que alguien puede no querer ir a Misa.
¿Lo tienes todo, no te falta de nada, no necesitas nada, te crees autosuficiente?
No vayas a Misa. La Misa es para los menesterosos, los que se sienten necesitados y pobres en el corazón.

¿No le debes nada a nadie, te has hecho a ti mismo, todo lo que tienes es solamente tuyo?
No vayas a Misa. La Misa es para los que se sienten deudores agradecidos de un Dios que es Amor, que nos ha creado gratuitamente y que nos mantiene en la existencia a cada instante con su Amor infinito.
¿Te sientes fuerte, poderoso, importante?
No vayas a Misa. La Misa es para los débiles, los humildes, los sencillos.
¿No crees en los curas, en la jerarquía, en el Papa?

No vayas a Misa. La Misa es para los que confían en quienes han recibido una llamada de Dios a entregar su vida en el servicio a los demás, los que han acogido esa vocación a ser “otros Cristos”.
¿No tienes faltas, no sientes la necesidad de ser perdonado?
No vayas a Misa. La Misa es para los que se saben pecadores, que acuden a la fuente de la Misericordia infinita para volver a empezar.
¿Te da lo mismo fracasar en lo más importante de tu vida?
No vayas a Misa. La Misa es para los que tienen santo temor de Dios y buscan salvarse.
¿Te encuentras a gusto contigo mismo, “encantado de haberte conocido”?
No vayas a Misa. La Misa es para los que conocen sus propias miserias y quieren, con ayuda de Dios, ser cada día un poquito mejores; aunque caigan varias veces en el camino, vuelven a levantarse.
¿No tienes inquietudes espirituales?
No vayas a Misa. La Misa es para los que buscan a Dios, pues Él está realmente presente allí.

¿No necesitas de los demás?
No vayas a Misa. La Misa es para los que ven a los demás como hermanos y quieren compartir con ellos lo más importante de su vida.
¿Tu alma no está sedienta?
No vayas a Misa. La Misa es para los que tienen sed de la Verdad, del Dios vivo, de la vida eterna.

¿Crees que lo único que existe es el mundo material?
No vayas a Misa. La Misa es para los que tienen fe en la resurrección y la vida eterna.

¿No tienes esperanza de una felicidad saciada?
No vayas a Misa. La Misa es para los que creen que van a ir al cielo para gozar eternamente del amor infinito de Dios.

¿No necesitas del AMOR con mayúsculas en tu vida?
No vayas a Misa. La Misa es para los que se sienten amados por Dios y llevan su amor a sus semejantes.

Fuente: Parroquia San Jorge



Lo que vemos cuando nos reunimos para celebrar la Eucaristía, la Misa, nos hace ya intuir qué cosa estamos por vivir. En el centro del espacio destinado a la celebración se encuentra el altar, que es una mesa cubierta por un mantel y esto nos hace pensar en un banquete.
Palabra y Pan en la Misa se hacen una misma cosa, como en la última Cena, cuando todas las palabras de Jesús, todos los signos que había hecho, se condensaron en el gesto de partir el pan y ofrecer el cáliz, anticipación del sacrificio de la cruz, y en aquellas palabras: “Tomen, coman, este es mi cuerpo…tomen, beban, esta es mi sangre”.
Por lo tanto, la celebración eucarística es mucho más de un simple banquete: es propiamente el memorial de la
Queridos amigos, ¡no agradeceremos nunca suficientemente al Señor por el don que nos ha hecho con la Eucaristía! Es un don muy grande. Y por esto es tan importante ir a misa el domingo, ir a misa no sólo para rezar, sino para recibir la comunión, este Pan que es el Cuerpo de Jesucristo y que nos salva, nos perdona, nos une al Padre. ¡Es hermoso hacer esto! Y todos los domingos vamos a misa porque es el día de la resurrección del Señor, por eso el domingo es tan importante para nosotros.
Y esto se hace durante toda la vida. Y se empieza a hacer el día de la primera comunión. Es importante, que los niños se preparen bien a la primera comunión y que ningún niño deje de hacerla porque es el primer paso de esta pertenencia a Jesucristo, fuerte, fuerte después del Bautismo y de la Confirmación. Gracias.
Amemos, pues, la hospitalidad, hermanos muy amados; amemos el practicar la caridad.