Eucaristía y humildad

Para este mes de Mayo, dedicado a María, “la esclava del Señor”, os proponemos un buen tema para leer y reflexionar: ¡La Eucaristía!, misterio insondable de amor, de entrega y donación a quien se acerca con humildad a él. La humildad es el camino por el que tendremos fácil acceso a todos los misterios de Dios, ya que solo a los “humildes” Dios les revela sus secretos.

La Eucaristía, que aparentemente es “nada”, es el gran don que Dios hace a los que con corazón sencillo se acercan, aunque “no sean dignos de que entre en su casa”.

¿Qué es la humildad?

La humildad es la virtud que modera el apetito que tenemos de la propia excelencia, del propio valer.  Es una virtud que nos lleva a reconocer la grandeza de Dios y, al mismo tiempo, al conocimiento exacto de nosotros mismos, procurando para nosotros la oscuridad y el justo aprecio por amor a Cristo.

Es una virtud que no conocieron los paganos griegos o romanos ni las grandes civilizaciones antes del Cristianismo. Ellos –los grecolatinos- buscaban siempre la excelencia en todo, y para ello usaban de todas las tretas, sean lícitas y buenas, o no tan buenas. No sabían reconocer sus límites ni sus defectos. Es más, buscaban inmortalizar su gloria y su honor, que buscaban con frenesí. Para ellos, la humildad era un defecto, una debilidad.

La humildad la trajo Jesús del cielo, pues no se encontraba entre los mortales. Y la trajo, encarnándola Él mismo en su ser. Él es la Humildad misma.

Para nosotros, ¿qué es la humildad?

La humildad es una virtud que sabe reconocer lo bueno que hay en nosotros, para agradecer a Dios de quien viene todo lo bueno que somos y tenemos, sin apropiarnos nada. Sabe reconocer los propios límites y defectos, no para desanimarse, sino para superarlos con la ayuda de Dios.

Por ejemplo, ¿qué diríais de aquél que alaba un cuadro? ¿A quién debería alabar: al cuadro o al pintor de ese cuadro?

“No niegues tus cualidades ni los éxitos que logres. El Señor se sirve de ti, lo mismo que el artista utiliza un pincel barato” CE 515

La humildad es una virtud que sabe abajarse para servir a los demás, a quienes aprecia e incluso considera mejor que él mismo. Es más, se alegra que los demás sean más amados, preferidos, consultados, alabados que él.

¿Qué relación hay entre Eucaristía y humildad?

La Eucaristía es el sacramento del abajamiento, del ocultamiento. Más no podía bajar Dios. Él, que podría manifestarse en el esplendor de su gloria divina, se hace presente del modo más humilde. Se pone al servicio de la humanidad, siendo Él el Señor.

No se consideró más que los demás, no vino a despreciar a nadie, no vino a hacer sombra a nadie, no vino a desplazar a nadie, no vino a considerarse el mejor, el más santo, el más perfecto.

Se hace el más humilde de todos. El pan es la comida del humilde y del pobre. Es un pan que se da, se parte, se comparte, se reparte. ¡Cuántos gestos de amor humilde!

Jesús Eucaristía está aquí escondido, aún más que en el pesebre, aún más que en el calvario. En el pesebre y en la cruz se escondía solo la divinidad, aquí en la eucaristía también esconde la humanidad. Y sin embargo, desde el fondo del Tabernáculo es la causa primera y principal de todo el bien que se hace en el mundo. Él inspira, conforta, consuela a los misioneros, a los mártires, a las vírgenes. Él quiere estar escondido y hacer el bien a escondidas, en silencio, sin llamar la atención.

¿Y cuántas afrentas e insultos, profanaciones, distracciones, soledad, desatenciones, no recibe este Sacramento del amor? Y en vez de quejarse, protestar o cerrar su Sagrario, dice “Venid a Mí . . . todos”.

¡Cuántas veces vamos a comulgar no con las debidas disposiciones, ni con el fervor que deberíamos, ni con la atención suficiente! Y no sé cuántos de los que comulgan en la mano la tienen limpia, aseada, y hacen de su mano realmente un verdadero trono decente y puro para recibir al Señor. ¡Hasta ahí se rebaja! Podemos hacer con Él lo que queramos. No se resiste, no se altera, no echa en cara. Todo lo aguanta, lo tolera.

¿Cuál es el compromiso que adquirimos al comulgar, al acercarnos y vivir la Eucaristía?

Ser humildes. Quien comulga a Cristo Eucaristía se hace fuerte para vivir esta virtud difícil y recia, la humildad.

  1. La humildad es la llave que nos abre los tesoros de la gracia. “A los humildes Dios da su gracia”, nos dice san Pedro en su primera carta. A los soberbios Dios los resiste, pues éstos buscan solo su provecho. Dios, a los humildes les da a conocer los misterios, a los soberbios se los oculta.
  2. La humildad es el fundamento de todas las virtudes. Sin la humildad, las demás virtudes quedan flojas, endebles. Y se caen, tarde o temprano.
  3. La humildad es el nuevo orden de cosas que trajo Jesús a la tierra. “Los más grandes son los que sirven, los más altos son los que se abajan”.

“¿Quieres ser grande? Comienza por hacerte pequeño. ¿Piensas construir un edificio de colosal altura? Dedícate primero al cimiento bajo y cuanto más elevado sea el edificio que quieras levantar, tanto más honda debes preparar su base. Los edificios antes de llegar a las alturas se humillan”. San Agustín.

La humildad consiste esencialmente en la conciencia del puesto que ocupamos frente a Dios y a los hombres y en la sabia moderación de nuestros deseos de gloria.

La humildad no nos prohíbe tener conciencia de los talentos recibidos, ni disfrutarlos plenamente con corazón recto; sólo nos prohíbe el desorden de jactarnos de ellos y presumir de nosotros mismos. Todo lo bueno que existe en nosotros, pertenece a Dios.

Que la Eucaristía nos ayude a ser cada día más humildes.

Fuente: STBC

Cinco grandes películas para ver durante esta Pascua

Casi siempre –en los portales católicos—se provee al lector de una buena cantidad de películas para ser vistas en Cuaresma y, especialmente, en la Semana Santa. Lo mismo sucede –con énfasis en lo comercial—en Adviento y Navidad. Pero muy pocas ocasiones, casi contadas con los dedos de la mano, se recomiendan películas para la Pascua. Los cincuenta días que van desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés, parecerían estar abandonados por el Séptimo Arte.

Pero no es así. El sacerdote jesuita Sergio Guzmán nos propone cinco filmes para “recordar el paso del pueblo hebreo de la esclavitud a la liberación, de la servidumbre al servicio”. Se trata, dice el sacerdote en su artículo publicado en la versión digital de El Observador, “de un tiempo en que celebramos que Jesús venció a la muerte, resucitó y nos ha abierto un camino de salvación”. Cinco películas, religiosas y no religiosas, “que nos pueden ayudar a descubrir ese paso del Señor en historias tan humanas y entrañables en el cine como en la misma vida”, señala el padre Guzmán.

Los diez mandamientos, de Cecil B. DeMille (Estados Unidos, 1956, 231 min.)

Rodada en Egipto, el Monte Sinaí y la península del Sinaí; protagonizada por Charlton Heston en el papel principal; esta película cuenta la historia bíblica de la vida de Moisés y su misión liberadora. La escena de Moisés abriéndose paso por el Mar Rojo ya es considerada por muchos críticos como clásica en la historia del cine. La última y más exitosa película dirigida por DeMille, ganadora del Oscar a Mejores efectos visuales en aquel año de 1956. Gran película épica que nos recuerda las palabras de la Escritura: “No ha vuelto a surgir en Israel un profeta semejante a Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara […] No ha habido nadie tan poderoso como Moisés, pues nadie ha realizado las tremendas hazañas que él realizó a la vista de todo Israel” (Dt 34, 10-12).

Éxodo: Dioses y reyes, de Ridley Scott (Estados Unidos-Reino Unido-España, 2014, 150 min.)

Basada en el libro del Éxodo esta película narra la vida de Moisés desde el día en que nació hasta su muerte. Cine de gran formato, con un buen reparto (Christian Bale, Joel Edgerton, Ben Kingsley, Sigourney Weaver), centenares de extras y visualmente espectacular. Podemos destacar el paso de los carros y el ejército del Faraón por los caminos montañosos en la persecución de los hebreos y el mismo paso del Mar Rojo… pero a la hora de enfocar los conflictos humanos de los personajes: lo que vive internamente Moisés, su relación con Dios, con el poder, con el pueblo; la película nos queda a deber. Scott pretende contarnos una versión más realista de la historia bíblica pero falla en su intento. De cualquier modo conviene verla y confrontarla con el texto bíblico y, por qué no, con otras versiones cinematográficas de esta historia de fe y liberación.

La Resurrección de Cristo, de Kevin Reynolds (Estados Unidos, 2016, 107 min.)

Interesante propuesta cinematográfica que nos presenta “la épica historia bíblica de la Resurrección narrada a través de los ojos de un agnóstico”. Clavius (Joseph Fiennes) es un poderoso centurión romano a quien Poncio Pilato (Peter Firth) le pide investigar qué pasó con el cuerpo de Jesús después de su crucifixión. Pilato quiere desmentir los rumores de la resurrección de este Mesías y evitar una revuelta en Jerusalén. Clavius se avoca a esta misión de resolver el misterio del cuerpo desaparecido… y Jesús (Cliff Curtis) se deja ver o sale al encuentro como vemos en los relatos de resurrección (cfr. Mt 28, 1-20; Lc 24, 1-49, Jn 20-21). Clavius no es un personaje histórico ni bíblico, pero por qué no pensar en aquel centurión que al pie de la cruz alabó a Dios diciendo: “Verdaderamente este hombre era justo” (Lc 23, 47).

El sabor de las cerezas, de Abbas Kiarostami (Irán, 1997, 98 min.)

Conmovedora historia que guarda cierto paralelismo con la película Fresas silvestres de Ingmar Bergman (Suecia, 1957). En las afueras de Teherán, en un paisaje seco y polvoriento, seguimos a un hombre de mediana edad que quiere suicidarse y busca afanosamente a alguien que lo entierre si lo consigue. Después de la negativa de un soldado y de un seminarista, un hombre mayor accede a ayudarlo… Pero antes le habla de su propio intento de suicidio y cómo, gracias al sabor de las cerezas arrancadas de un árbol, prefirió seguir viviendo.

Aquí podemos evocar la historia del profeta Elías que se adentra en el desierto y pide al Señor le quite la vida… y cómo el ángel del Señor le dice: “Levántate y come, pues te queda todavía un camino muy largo” (1 Re 19, 7). Y de tantas personas que atraviesan un desierto existencial y, de repente, misteriosamente, renacen y se abren a la vida.

El jardín secreto, de Agnieszka Holland (Reino Unido, 1993, 102 min.)

El jardín secreto nos cuenta la historia de Mary Lennox (Kate Maberley, encantadora) una niña de 10 años que tras quedar huérfana es enviada de la India al Reino Unido. Se hará cargo de ella su tío Lord Craven que vive con su hijo enfermo y una estricta ama de llaves Mrs. Medlock (Maggie Smith) en una gran mansión.

El ambiente es ciertamente gris y decadente… pero Mary pronto empezará a descubrir los secretos que encierra un jardín oculto y misterioso. Como espectadores podemos acompañar a los personajes en una pascua o saltó de la enfermedad a la salud, de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida. Y recordar aquel relato de resurrección (cfr. Lc 24, 1-12) en que unas mujeres van al sepulcro y dos varones le dicen: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado” (Lc 24, 5-6).

¿Quieres ayudar a los niños de Cañada Real?

¡¡¡Queridos amigos del grupo de Cañada otra vez!!!!
Vamos a necesitar vuestra ayuda una vez más, pero os prometemos que va ha ser muy fácil.
Como muchos sabréis hemos decidido llevar a la práctica un sueño que llevemos teniendo desde hace tiempo, irnos de convivencias con nuestros niños. Pero desgraciadamente no podemos contar con muchas ayudas y por eso hemos decidido embarcarnos en un montón de proyectos entre los cuales está el proyecto Bifrutas. Y aquí viene donde tu puedes ayudarnos, cada mes donan ayudas a los proyectos mejor valorados y para poder optar a ello necesitamos que sigas estos pasos, es muy sencillo:

1. Entra en el siguiente enlace https://becas.bifrutas.com/account/login

2. Baja la pantalla hasta donde pone Nuevo Usuario y pincha en uno de los círculos, para elegir la forma de registro.
3.Ahora que ya estas registrado busca la pestaña donde pone PROYECTOS y pon en el buscador «Una oportunidad para los niños de la Cañada Real»
4.Accede a nuestro proyecto y dale al corazón de ME GUSTA
5.Habrás contribuido a que estemos mas cerca de lograr nuestro sueño.
MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODOS!!! Por favor ayúdanos a difundir entre vuestros grupos de universidad, trabajo,familia…
¡¡¡Cada corazón es importante para poder conseguirlo!!!

«Cáritas es una manera de ser y estar con los hombres»

La familia de Cáritas Madrid se reunió este jueves por la tarde en la catedral de Santa María la Real de la Almudena para celebrar junto al cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, una Eucaristía para preparar el Día de Caridad.

misacaritas1Ante un millar de personas, entre voluntarios, trabajadores y personas atendidas por Cáritas, el purpurado incidió en la necesidad de salir a los caminos de los hombres.

«Ponte en camino. El Señor nos pide que nos acerquemos a los hombres, a los que más lo necesitan. ¿Nos sentimos enviados por el Señor? ¡Sintámonos enviados! El Señor nos pide que demos de comer a los hombres. Si nos alimentamos de Jesucristo, tenemos que dar a Jesucristo».

misacaritas3

 

«Cáritas es una manera de ser y estar con los hombres. El Señor bendiga a Cáritas. Y que la Virgen nos acompañe en este camino».

Testimonios agradecidos

En el ofertorio, además del vino y el pan, se ofreció la Memoria de Cáritas Madrid y diversos productos elaborados por algunas de las personas que están en los distintos proyectos de exclusión de Cáritas Madrid.

Al final de la Eucaristía se pudo escuchar el testimonio de Meri, religiosa de la Congregación Amistad Misionera de Cristo Obrero, que colabora en el proyecto de personas sin hogar de Cáritas Madrid, CEDIA, y en la casa de acogida San Agustín y Santa Mónica, donde ha descubierto la grandeza de todo ser humano y ha recibido más que lo ha dado.

También compartieron su testimonio Simona y su marido, Nicolai, quienes hace un año se quedaron en la calle, por la pérdida del trabajo. Llegaron al centro de información y acogida, CEDIA, para personas sin hogar, donde un equipo de voluntarios y educadores los apoyaron y orientaron en el peor momento de sus vidas. Posteriormente estuvieron en la casa de acogida San Agustín y Santa Mónica y llegaron al centro residencial JMJ 2011, donde ya pudieron vivir de nuevo juntos, donde recibieron apoyo y afecto por parte de todo el equipo, dándoles fuerza para seguir luchando.

Ahora viven en un piso social de Cáritas, mientras ella ha conseguido unas horas de trabajo, el marido se está formando para encontrar un trabajo y salir adelante. Quisieron dar las gracias a todos, a Cáritas, a sus trabajadores, a las religiosas y a los voluntarios: «No desfallezcáis en vuestros esfuerzos, en el trabajo que realizáis y en el afecto que ponéis cada día para ayudar a las personas como ustedes. Cada día doy gracias a Dios por haberles conocido. Para nosotros sois nuestra familia por siempre».

Como conclusión de la celebración, el cardenal Osoro bendijo a todos los presentes y realizó el envío como agentes de la caridad en la diócesis a todas las personas que colaboran en la acción de la caridad.

misacaritas2

Fuente: Arzobispado

Oración por el viaje apostólico del Papa Francisco a Colombia

Hace unos días el Santo Padre volvía con renovado vigor de la visita a Egipto. Dentro de unos pocos meses volará hacia Colombia. Es por ello que la Conferencia Episcopal de Colombia publicó este miércoles la oración por el viaje apostólico del Papa Francisco. Esta visita a Colombia se realizará del 6 al 11 de septiembre de este año.

El P. Juan Álvaro Zapata, miembro del comité organizador de la visita del Santo Padre, explicó que la oración es “muy sencilla, fácil de memorizar y abarca lo que queremos de la visita, lo que significa la presencia del Papa en medio de nuestro país”.

“Deseamos que sea una visita que realmente transforme nuestros corazones, que nos anime a todos a dar ese primer paso, que nos ayude a alcanzar ese algo nuevo que anhelamos en nosotros y que suscite en nuestros corazones eso que tanto esperamos: el amor, la esperanza y la paz entre todos los colombianos”.

Oración

Padre de misericordia,
Tú has sembrado en nosotros la semilla de la fe,
para que seamos hijos tuyos y discípulos misioneros de Jesucristo.
Haz que nuestra vida sea testimonio visible de tu Reino
y demos a conocer a todos tu Palabra.
Te damos gracias por el Papa Francisco,
y te suplicamos que su visita a Colombia
sea un tiempo de bendición,
que nos confirme en la fe
y nos ayude a dar el primer paso,
para comenzar con Cristo algo nuevo
en bien de todos los colombianos.
Suscita en nuestros corazones
esperanza, perdón, amor y paz,
para que con la ayuda de tu Espíritu
hagamos posible el reencuentro entre los colombianos
por medio de la reconciliación.
Te suplicamos, Padre de bondad,
que, por intercesión de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá,
esta visita del Santo Padre,
nos abra la mente y el corazón
al Evangelio de Cristo nuestro Señor.
Amén.

Si desea descargar la oración, puede hacerlo AQUÍ.

El Papa Francisco nos habla de la importancia de la Eucaristía

Hoy les hablaré de la Eucaristía. La Eucaristía se coloca en el corazón de la “iniciación cristiana”, junto al Bautismo y a la Confirmación, y constituye la fuente de la vida misma de la Iglesia. De este Sacramento del amor, de hecho, nace todo auténtico camino de fe, de comunión y de testimonio.

Es hermoso ir a Misa el domingo y recibir la Eucaristía que es fuente de la vida. Papa Francisco

Lo que vemos cuando nos reunimos para celebrar la Eucaristía, la Misa, nos hace ya intuir qué cosa estamos por vivir. En el centro del espacio destinado a la celebración se encuentra el altar, que es una mesa cubierta por un mantel y esto nos hace pensar en un banquete.

Sobre la mesa hay una cruz, que indica que sobre aquel altar se ofrece el sacrificio de Cristo: es Él el alimento espiritual que allí se recibe, bajo el signo del pan y del vino. Junto a la mesa está el ambón, es decir, el lugar desde el cual se proclama la Palabra de Dios: y esto indica que allí nos reunimos para escuchar al Señor que habla mediante las Sagradas Escrituras y, por lo tanto, el alimento que se recibe es también su Palabra.

Pan y Palabra

Palabra y Pan en la Misa se hacen una misma cosa, como en la última Cena, cuando todas las palabras de Jesús, todos los signos que había hecho, se condensaron en el gesto de partir el pan y ofrecer el cáliz, anticipación del sacrificio de la cruz, y en aquellas palabras: “Tomen, coman, este es mi cuerpo…tomen, beban, esta es mi sangre”.

El gesto de Jesús cumplido en la Última Cena es el extremo agradecimiento al Padre por su amor, por su misericordia. “Agradecimiento” en griego se dice “eucaristía”. Y por esto el sacramento se llama Eucaristía: es el supremo agradecimiento al Padre que nos ha amado tanto hasta darnos a su Hijo por amor. He aquí por qué el término Eucaristía resume todo aquel gesto, que es gesto de Dios y del hombre juntos, gesto de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

Por lo tanto, la celebración eucarística es mucho más de un simple banquete: es propiamente el memorial de la Pascua de Jesús, el misterio central de la salvación. “Memorial” no significa sólo un recuerdo, un simple recuerdo, sino que quiere decir que cada vez que celebramos este Sacramento participamos en el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

La Eucaristía constituye el vértice de la acción de salvación de Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido para nosotros, vierte, en efecto, sobre nosotros toda su misericordia y su amor, tanto que renueva nuestro corazón, nuestra existencia y nuestro modo de relacionarnos con Él y con los hermanos.

El significado de recibir la Comunión

Es por esto que normalmente, cuando nos acercamos a este Sacramento, se dice que se “recibe la Comunión”, que se “hace la Comunión”: esto significa que en la potencia del Espíritu Santo, la participación en la mesa eucarística nos conforma en modo único y profundo a Cristo, haciéndonos pregustar ahora ya la plena comunión con el Padre que caracterizará el banquete celeste, donde, con todos los Santos, tendremos la gloria de contemplar a Dios cara a cara.

Queridos amigos, ¡no agradeceremos nunca suficientemente al Señor por el don que nos ha hecho con la Eucaristía! Es un don muy grande. Y por esto es tan importante ir a misa el domingo, ir a misa no sólo para rezar, sino para recibir la comunión, este Pan que es el Cuerpo de Jesucristo y que nos salva, nos perdona, nos une al Padre. ¡Es hermoso hacer esto! Y todos los domingos vamos a misa porque es el día de la resurrección del Señor, por eso el domingo es tan importante para nosotros.

Con la Eucaristía sentimos esta pertenencia a la Iglesia, al Pueblo de Dios, al Cuerpo de Dios, a Jesucristo. No terminaremos nunca de captar todo el valor y la riqueza. Pidámosle, entonces, que este Sacramento pueda continuar a mantener viva en la Iglesia su presencia y a plasmar nuestras comunidades en la caridad y en la comunión, según el corazón del Padre.

Y esto se hace durante toda la vida. Y se empieza a hacer el día de la primera comunión. Es importante, que los niños se preparen bien a la primera comunión y que ningún niño deje de hacerla porque es el primer paso de esta pertenencia a Jesucristo, fuerte, fuerte después del Bautismo y de la Confirmación. Gracias.

Fuente: ACI (VATICANO, 05 Feb. 14 )

Cañadillo – un mercadillo para los niños de la Cañada Real

Mercadillo Cañadillo Beach

Si queréis vivir una experiencia  de mercadillo gastronómico diferente, fresca y veraniega. Os esperamos a la salida de todas las misas de la mañana del domingo 7 de mayo en… *CAÑADILLO BEACH*

Cañadillo Beach es un mercadillo del Grupo de Cañada Real para las actividades a favor de los niños de la Cañada Real.  El grupo esta preparando las convivencias para este verano.

¿a qué estás esperando?

+++
Si queréis ayudarnos, estáis a tiempo de colaborar!!!! Contactad con cualquier miembro del grupo de cañada para que apuntemos los manjares que mejor sabéis hacer!

El cristianismo es vida y alegría porque Cristo ha resucitado, dice Papa Francisco

Como no podía ser de otra manera, el Papa Francisco dedicó la catequesis de la Audiencia General del 19 de abril a la Pascua: “Cristo resucitado es nuestra esperanza” fue el tema elegido, con el que animó a ver a Cristo Resucitado ante los fracasos de la vida y señaló que el cristianismo es alegría, sorpresa y vida.

El cristianismo “no es tanto nuestra búsqueda hacia Dios, sino la búsqueda de Dios a nosotros”. “Jesús nos ha tomado, nos ha agarrado, nos ha conquistado para no dejarnos más. El cristianismo es gracia, es sorpresa, y por este motivo requiere un corazón capaz de asombrarse”.

“Aquí hay felicidad, alegría y vida, donde todos pensaban que hubiese solo tristeza, derrota y tinieblas”, afirmó. “Dios hace crecer sus flores más hermosas en medio de las piedras más áridas”, añadió.

Francisco dijo a continuación: “si mirando nuestra vida nos damos cuenta de que hemos tenido muchos fracasos… en la mañana de Pascua podemos hacer como esas personas de las que habla el Evangelio: ir al sepulcro de Jesús, ver la gran piedra que ha sido removida y pensar que Dios está realizando para mí, para todos nosotros, un futuro inesperado”.

La Carta a los Corintios

El Pontífice para su catequesis se basó en la primera carta de San Pablo a los Corintios. En ella habla del acontecimiento la resurrección. “Hablando a sus cristianos, Pablo parte de un dato incontestable: que no es el resultado de la reflexión de un hombre sabio, sino un hecho, un simple hecho que ha acontecido en la vida de algunas personas”.

“El cristianismo nace de aquí. No es una ideología, no es un sistema filosófico, sino un camino de fe que parte de un acontecimiento, testimoniado por los primeros apóstoles de Jesús”.

“La fe nace de la resurrección” y “aceptar que Cristo ha muerto, murió crucificado, no es un acto de fe”. Sin embargo, “creer que ha resucitado sí lo es”.

“Nuestra fe nace la mañana de Pascua”. San Pablo “hace un pequeño resumen de todos los relatos y de todas las personas que tuvieron contacto con el Resucitado”.

El último precisamente es él, “como el menos digno de todos” y utiliza la expresión “como un aborto”. El Pontífice recordó que se autodenomina así “porque su historia personal es dramática: él era un perseguidor de la Iglesia, orgulloso de las propias convicciones; se sentía un hombre poderoso, con una idea muy clara de lo que era la vida con sus deberes”.

Pero “un día sucede lo que era absolutamente impredecible: el encuentro con Jesucristo resucitado, en el camino de Damasco”.

En definitiva

“Ser cristianos significa no partir de la muerte, sino del amor de Dios por nosotros, que ha vencido a nuestro acérrimo enemigo. Dios es más grande que nada, y basta solo una vela encendida para vencer la más oscura de las noches”.

Francisco explicó entonces que eso “es el núcleo central de la fe”. “Si en efecto todo hubiese terminado con la muerte, en Él tendríamos un ejemplo de dedicación suprema. Pero esto no podría generar nuestra fe”.

Fuente: Álvaro de Juana via ACIprensa

La Hospitalidad de Emaús

“No os olvidéis de la hospitalidad”

Dos discípulos hacían juntos el camino. No creían y, sin embargo, hablaban del Señor. De repente éste se les aparece, pero bajo formas que no pudieron reconocerle… Le invitan a compartir su albergue, como se hace con un viajero… Ponen, pues, la mesa a punto, presentan la comida, y Dios, a quien no habían reconocido en la explicación de la Escritura, lo reconocen en la fracción del pan.

No es escuchando los preceptos de Dios que se han visto iluminados, sino cumpliéndolos: “No son los que escuchan la Ley los que serán justificados delante de Dios, sino los que ponen en práctica lo que dice la Ley” (Rm 2,13). Si alguno quiere comprender lo que ha escuchado, que se apresure a poner por obra lo que ya ha comprendido. El Señor no fue reconocido mientras hablaba; sino que se dignó manifestarse cuando le ofrecieron algo para comer.

Amemos, pues, la hospitalidad, hermanos muy amados; amemos el practicar la caridad.

San Pablo, refiriéndose a ella, afirma: “Conservad el amor fraterno y no olvidéis la hospitalidad: por ella algunos recibieron, sin saberlo, la visita de unos ángeles (Heb 13,1; Gn 18,1s).

También Pedro dice: “Ofreceos mutuamente hospitalidad, sin protestar” (1P 4,9). Y la misma Verdad nos declara: “Fui forastero y me hospedasteis”… “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, nos dirá el Señor el día del juicio, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,35.40)… Y a pesar de ello ¡somos tan perezosos ante la gracia de la hospitalidad! Pongamos atención, hermanos, en la  grandeza de esta virtud. Recibamos a Cristo en nuestra mesa a fin de poder ser recibidos a su festín eterno. Demos ahora hospitalidad a Cristo presente en el extranjero para que en el juicio no seamos como extraños que no le conocemos (Lc 13,25), sino que nos reciba en su Reino como hermanos.

San Gregorio Magno (c. 540-604), papa y doctor de la Iglesia
Homilía 23; PL 76, 1182

¿Qué significa “Aleluya”?

Durante los 40 días de Cuaresma la palabra “Aleluya” desaparece de la liturgia de la Iglesia. No se dice ni una vez. Luego, durante la Vigilia Pascual, el sacerdote entona el gran Aleluya y parece que la Iglesia no puede dejar de repetir esta palabra una y otra vez. Pero ¿por qué?

¿Qué significa Aleluya y por qué está tan estrechamente asociada a la  Pascua?

Aleluya, del latín halleluia, tiene a su vez raíces hebreas en hallĕlū yăh y significa “alabad a Dios”. Se encuentra más comúnmente como una especie de antífona que se repite al final de los Salmos. También se encuentra en el libro de Tobías, donde se utiliza como un himno de alabanza para cantar en la nueva Jerusalén.

“Las plazas de Jerusalén serán soladas con rubí y piedra de Ofir; las puertas de Jerusalén entonarán cantos de alegría y todas sus casas cantarán: ¡Aleluya!” (Tobías 13:17)

No es de sorprender que también aparezca en el libro de Apocalipsis.

“Después oí en el cielo como un gran ruido de muchedumbre inmensa que decía: ‘¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos; porque ha juzgado a la Gran Ramera que corrompía la tierra con su prostitución, y ha vengado en ella la sangre de sus siervos’. Y por segunda vez dijeron: ‘¡Aleluya! La humareda de la Ramera se eleva por los siglos de los siglos’. Entonces los veinticuatro Ancianos y los cuatro Vivientes se postraron y adoraron a Dios, que está sentado en el trono, diciendo: ‘¡Amén! ¡Aleluya!’.

Y salió una voz del trono, que decía: ‘Alabad a nuestro Dios, todos sus siervos y los que le teméis, pequeños y grandes’. Oí el ruido de muchedumbre inmensa y como el ruido de grandes aguas y como el fragor de fuertes truenos. Y decían: ‘¡Aleluya! Porque ha establecido su reinado el Señor, nuestro Dios Todopoderoso. Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado (…)’”. (Apocalipsis 19, 1-7)

Pascua, tiempo de gran alegría y exaltación

San Jerónimo es el responsable de la traducción de la expresión hebrea de la palabra “Aleluya” en la Vulgata Latina, que se usaba por entonces en la liturgia romana. Es y siempre ha sido una expresión de alabanza, para glorificar a Dios por su bondad. Por esta razón, Aleluya está tan íntimamente relacionada con una época de alegría y contrasta drásticamente con la sombría actitud de penitencia de la Cuaresma.

La Pascua es un periodo de gran alegría y exaltación. Por ello, cantar Aleluya es la forma que tiene la Iglesia de destacar esta realidad. Se ofrece así continuamente alabanzas y honras a Dios.

Así que, si alguna vez necesitas una oración breve para ensalzar a Dios, simplemente grita “¡Aleluya!”.

Fuente: Aleteia