Es necesario “ayudar a los jóvenes a descubrir el valor y la riqueza del matrimonio”, ha expresado el Papa Francisco en la exhortación apostólica Amoris Laetitia presentada el 8 de abril del pasado año. Para ello, dio una serie de consejos a los novios que presentamos a continuación:
1. Recuerden la importancia de las virtudes, “entre estas, la castidad resulta la condición preciosa para el crecimiento genuino del amor interpersonal”.
2. “Aprender a amar a alguien no es algo que se improvisa ni puede ser el objetivo de un breve curso previo a la celebración del matrimonio”. Cada persona se prepara para el matrimonio desde su nacimiento, aprendiendo de sus padres “lo que es un matrimonio cristiano”.
3. Comprendan que el matrimonio “es una cuestión de amor, que sólo pueden casarse los que se eligen libremente y se aman”.
4. Es bueno asistir a grupos de novios, pero “son indispensables algunos momentos personalizados, porque el principal objetivo es ayudar a cada uno para que aprenda a amar” a la persona con quien compartirá toda su
vida.
5. De darse el caso, durante el noviazgo deben tener la capacidad de reconocer “incompatibilidades o riesgos” y aceptar que no es razonable apostar por una relación, para “no exponerse a un fracaso previsible con consecuencias muy dolorosas”.
6. Por ello, hablen “de lo que cada uno espera de un eventual matrimonio, de su modo de entender lo que es el amor y el compromiso, de lo que se desea del otro, del tipo de vida en común que se quisiera proyectar”.
7. Recuerden que el compromiso expresado en el matrimonio, “cuando se trata de dos bautizados, sólo pueden interpretarse como signos del amor del Hijo de Dios hecho carne y unido con su Iglesia en alianza de amor”.
8. Por tanto, este sacramento no es un momento que luego es parte del pasado y los recuerdos, sino que “ejerce su influencia sobre toda la vida matrimonial, de manera permanente”.
9. No se concentren solo en la celebración, sino dediquen sus mejores fuerzas “a prepararse como pareja para el gran paso que van a dar juntos”. Tengan la valentía de ser diferentes y no dejarse “devorar por la sociedad del consumo y de la apariencia”. “Lo que importa es el amor que los une, fortalecido y santificado por la gracia”.
10. El casamiento no es el final del camino, pues el matrimonio es “una vocación que los lanza hacia adelante, con la firme y realista decisión de atravesar juntos todas las pruebas y momentos difíciles”.
11. El día que se casen oren juntos, “el uno por el otro, pidiendo ayuda a Dios para ser fieles y generosos, preguntándole juntos a Dios qué es lo que él espera de ellos, e incluso consagrando su amor ante una imagen de María”.