El 15 de enero se celebra la Jornada Mundial del emigrante y del refugiado con el lema, “Menores migrantes vulnerables y sin voz. Reto y esperanza”. Un lema con el papa Francisco nos invita a fijar nuestra mirada en los niños que padecen las migraciones porque…
“son menores, extranjeros e indefensos… Ellos quienes más sufren las graves consecuencias de la emigración, casi siempre causada por la violencia, la miseria y las condiciones ambientales, factores a los que hay que añadir la globalización en sus aspectos negativos.”
Nunca, como ahora, el tema de las migraciones está teniendo tata importancia. La salida del país de origen en busca de mayores oportunidades ya no es tan solo un fenómeno dirigido desde los países más pobres a los más ricos. La migraciones se generalizan hacia todos aquellos lugares donde se puede obtener una mejora, aunque no sea espectacular. Por ejemplo, el incremento de las migraciones entre los países latinoamericanos ha alcanzado unas cotas impensadas hace años.
Condiciones muy difíciles de las migraciones
De todos modos es el flujo de personas hacia las áreas económicas mejor dotadas lo que más se generaliza. Y en la mayoría de los casos esos movimientos no están exentos de condiciones muy difíciles y hasta trágicas. Pero ni siquiera la severa crisis que envuelve a los países europeos frena estos flujos migratorios. Eso lo sabemos bien en España donde la continua entrada de pequeñas embarcaciones, llamadas cayucos, en aguas españolas tiene, en muchas ocasiones, esa condición de tragedia ya que arriban cadáveres junto a los vivos y esos vivos, también en muchas ocasiones, con graves daños físicos. La mayor parte de esas entradas ilegales están propiciadas por mafias internacionales que comercian con precios muy altos en esos viajes de la muerte. Son ciudadanos norteafricanos o subsaharianos los que hacen la travesía en esos barquitos, incluyendo muchas veces, mujeres embarazadas, menores de edad y hasta niños de corta edad. La inmigración latinoamericana viaja, al menos, en avión y a pesar de las restricciones para conseguir visados, siempre una visa turística puede servir para entrar y luego permanecer. La realidad es también –y nos referimos igualmente a España, que ha disminuido el número de inmigrantes iberoamericanos de manera notable y por la crisis aludida. Los ecuatorianos ya no son el grupo más numero presente en España, superado por los procedentes de la Unión Europea y muy especialmente de Rumania.
La función de los católicos
Lleguen como lleguen estos inmigrantes, una vez ya en el país de destino las dificultades son enormes. Y si bien la llegada de inmigración ha servido para enfriar y rebajar la continua alza de los salarios, lo que tendió a mejorar la economía, la realidad es que hubo muchos abusos y no pocas actuaciones fuera de la ley. No obstante el clima español, en general, no es contrario a la inmigración y el ciudadano medio entiende que es una realidad necesaria y hasta conveniente. Y todo ello se mantiene a pesar del alto número de desempleados que tiene España, que supera en estos momentos la cifra de cuatro millones.
La función de las parroquias en la ayuda a la inmigración es más que evidente. Y así en las Cáritas parroquiales una importante cantidad de sus acciones de ayuda están dirigidas a ayudar a los inmigrantes, sobre todo en los primeros momentos. Por eso es importante que celebremos esta jornada con mucha dedicación y entrega total. Hay alusión a la jornada en la monición de entrada y también en la oración de los fieles. Asimismo, en la sección de Noticias hemos dado el texto íntegro de la declaración de los obispos españoles sobre la jornada de las migraciones.
Fuente: Betania y CEE