En este puente del 1 de noviembre, celebra la Iglesia católica la Fiesta de Todos los Santos. Al día siguiente, la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos. Ambas celebraciones nos hablan de la vida más allá de la muerte. Además nos invitan a renovar nuestra fe y esperanza en la vida eterna. Es la fe la que trasciende las barreras de la muerte, tal como confesamos en el Credo. Desgraciadamente no ocurre así con la fiesta de Halloween.
Día de todos los Santos
En el Día de Todos los Santos, recordamos, honramos, invocamos y nos proponemos imitar a los incontables cristianos, declarados o no como santos por la Iglesia. Éstos que habiendo recorrido en este mundo su camino en fidelidad, hoy gozan para siempre de la Bienaventuranza eterna. Es un culto legítimo, por el que consideramos a los santos como fieles discípulos e imitadores del Señor, al que, en definitiva, damos culto e invocamos, poniendo como intercesores a los santos, que están ya definitivamente más cerca de Dios.
Día de Difuntos
En el Día de Difuntos, la Iglesia nos invita a orar por todos los difuntos, no sólo por los nuestros, por los más cercanos, sino por todos, también por aquellos de los que nadie se acuerda. Es un acto de solidaridad y el ejercicio de la caridad cristiana, que traspasa la frontera de la muerte, por la comunión de los santos, y nos posibilita ofrecer al Señor nuestras oraciones y nuestros sufragios para que Él los haga llegar como efecto de su amor y de su misericordia a los hermanos difuntos. La inmediatez de ambas conmemoraciones y el hecho de que la Fiesta de los Santos sea día festivo y la Conmemoración de los Difuntos, laborable, hace que la atención a los difuntos, como la visita a los cementerios para orar y llevar flores a las tumbas, invada en cierto modo el espacio del Día de los Santos.
Bien organizados, habríamos de tener tiempo para ambas obligaciones: para honrar e invocar a los santos, y para orar por los difuntos. Son dos buenas costumbres cristianas que hemos de cultivar y transmitir a las siguientes generaciones, explicándoles el verdadero sentido del culto a los santos y su diferencia con la oración por los difuntos.
¿Es necesario Halloween?
Llama la atención, por otra parte, que, desde hace no mucho tiempo, se ha introducido en España, sobre todo entre los niños, una costumbre y un rito importado, procedente de costumbres y ritos ancestrales, de origen celta, según parece, llevados a los Estados Unidos de América en el siglo XIX por emigrantes irlandeses y reimportados después a Europa. Me refiero a Halloween, que, aunque traducido parece que significa la Víspera de la Fiesta y se celebra el 31 de octubre, es de origen pagano y responde a costumbres y ritos propios de este tiempo de otoño en que mengua el tiempo de luz del día y va creciendo el de oscuridad con la noche. Con fuego, luces o linternas, se intenta ahuyentar la oscuridad y, con ella, el miedo y los supuestos malos espíritus de la noche.
Únicamente Él es vencedor sobre el horror y la muerte.
RAÍCES PAGANAS DE HALLOWEEN
Ya desde el siglo VI antes de Cristo los celtas del norte de Europa celebraban el fin del año con la fiesta de Samhein (o La Samon), fiesta del sol que comenzaba la noche del 31 de octubre. Marcaba el fin del verano y de las cosechas. El colorido de los campos y el calor del sol desaparecían ante la llegada de los días de frío y oscuridad. Creían que aquella noche el dios de la muerte permitía a los muertos volver a la tierra fomentando un ambiente de muerte y terror. La separación entre los vivos y los muertos se disolvía aquella noche y haciendo posible la comunicación entre unos y otros.
Según la religión celta, las almas de algunos difuntos estaban atrapadas dentro de animales feroces y podían ser liberadas ofreciéndole a los dioses sacrificios de toda índole, incluso sacrificios humanos. Sin duda Samhein no es otro sino el mismo demonio que en todas las épocas busca implantar la cultura de la muerte. Aquellos desafortunados también creían que esa noche los espíritus malignos, fantasmas y otros monstruos salían libremente para aterrorizar a los hombres. Para aplacarlos y protegerse se hacían grandes hogueras. Estas hogueras tuvieron su origen en rituales sagrados de la fiesta del sol.
Otras formas de evitar el acoso de estos macabros personajes era preparándole alimentos, montando macabras escenografías y disfrazándose para tratar de asemejarse a ellos y así pasar desapercibidos sus miradas amenazantes. ¿Cómo sabía aquella gente la apariencia de brujas, fantasmas y monstruos?. Al no conocer al verdadero Dios vivían aterrorizados ante las fuerzas de la naturaleza y las realidades del sufrimiento y la muerte. De alguna forma buscaban desahogar aquella situación dándole expresión en toda clase de fantasías. Todo lo feo, lo monstruoso y lo amenazante que se puede imaginar en figuras de animales y seres humanos constituye la base para darle riendas libres a la imaginación del terror.
MEZCLA CON EL CRISTIANISMO
Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas. Es decir, la conversión no fue completa. La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que algunos las mezclaran. En vez de recordar los buenos ejemplos de los santos y orar por los antepasados, se llenaban de miedo ante las antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos. Algunos inmigrantes Irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folklore popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie. Desde USA, Halloween se ha propagado por todo el mundo.
ALGUNAS COSTUMBRES DE HALLOWEEN
Trick or Treat
Los niños (y no tan niños) se disfrazan (es una verdadera competencia para hacer el disfraz mas horrible y temerario) y van de casa en casa exigiendo «trick or treat» (truco o regalo). La idea es que si no se les da alguna golosina le harán alguna maldad al residente del lugar que visitan. Para algunos esto ha sido un gracioso juego de niños. Ultimamente esta práctica se ha convertido en algo peligroso tanto para los residentes (que pueden ser visitados por una ganga violenta), como para los que visitan (Hay residentes que reaccionan con violencia y han habido casos de golosinas envenenadas).
La Calabaza
Según una antigua leyenda irlandesa un hombre llamado Jack había sido muy malo y no podía entrar en el cielo. Tampoco podía ir al infierno porque le había jugado demasiados trucos al demonio. Tuvo por eso que permanecer en la tierra vagando por los caminos, con una linterna a cuesta. Esta linterna primitiva se hace vaciando un vegetal y poniéndole dentro un carbón encendido. Jack entonces se conocía como «Jack of the Lantern» (Jack de la Linterna) o, abreviado, Jack-o-´Lantern. Para ahuyentar a Jacko-´Lantern la gente supersticiosa ponía una linterna similar en la ventana o frente a la casa.
Cuando la tradición se popularizó en USA, el vegetal con que se hace la linterna comenzó a ser una calabaza la cual es parte de las tradiciones supersticiosas de Halloween. Para producir un efecto tenebroso, la luz sale de la calabaza por agujeros en forma del rostro de una carabela o bruja.
Fiestas de Disfraces
Una fiesta de disfraces no es intrínsecamente algo malo. Pero si hay que tener cuidado cuando estas se abren a una cultura desenfrenada como la nuestra. Detrás de un disfraz se pueden hacer muchas cosas vergonzosas con impunidad. Con frecuencia se hace pretexto para esconderse y aprovecharse de la situación. Como hemos visto, los disfraces de Halloween tienen origen en el paganismo y por lo general aluden a miedo y a la muerte. Hoy día con frecuencia los disfraces se burlan de las cosas sagradas. Vemos, por ejemplo, disfraces de monjas embarazadas, sacerdotisas, pervertidos sexuales, etc. Nada de eso es gracioso y solo puede ofender a Dios.
Con el reciente incremento de satanismo y lo oculto la noche de halloween se ha convertido en la ocasión para celebrar en grande toda clase ritos tenebrosos desde brujerías hasta misas negras y asesinatos. Es lamentable que, con el pretexto de la curiosidad o de ser solo por pasar el tiempo, no son pocos los cristianos que juegan con las artes del maligno.
JESUCRISTO ES LA VICTORIA SOBRE EL MAL
La cultura moderna, jactándose de ser pragmática y científica, ha rechazado a Dios por considerarlo un mito ya superado. Al mismo tiempo, para llenar el vacío del alma, el hombre de hoy retrocede cada vez mas al absurdo de la superstición y del paganismo. Ha cambiado a Dios por el mismo demonio. No es de extrañar entonces que vivamos en una cultura de la muerte en la que millones de niños son abortados cada año y muchos mas mueren de hambre y abandono. Es más fácil dejarse llevar por la corriente de la cultura y regresar al miedo, a la muerte y a un «mas allá» sin Dios. Esto se debe a que el hombre sin fe se arrastra hacia la necesidad de protegerse de fuerzas que no puede dominar. Busca de alguna manera con sus ritos exorcizar las fuerzas superiores.
Como católicos, profesamos que sólo Jesucristo nos libera de la muerte. Sólo Él es la luz que brilla en la oscuridad de los largos inviernos espirituales del hombre. Es Cristo quien nos protege de la monstruosidad de Satanás y los demonios. Sólo Jesús le da sentido al sufrimiento con su Cruz. Únicamente Él es vencedor sobre el horror y la muerte. Sólo Dios basta para quién ha recibido la gracia y vive como discípulo de Cristo. Ante Cristo la cultura de la muerte cede el paso al amor y la vida.