Meditación Jueves Santo de San Juan Pablo II

1. «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer» (Lc 22, 15).
Cristo da a conocer, con estas palabras, el significado profético de la cena pascual, que está a punto de celebrar con los discípulos en el Cenáculo de Jerusalén.

Con la primera lectura, tomada del libro del Éxodo, la liturgia ha puesto de relieve cómo la Pascua de Jesús se inscribe en el contexto de la Pascua de la antigua Alianza. Con ella, los israelitas conmemoraban la cena consumada por sus padres en el momento del éxodo de Egipto, de la liberación de la esclavitud. El texto sagrado prescribía que se untara con un poco de sangre del cordero las dos jambas y el dintel de las casas. Y añadía cómo había que comer el cordero:  «Ceñidas vuestras cinturas, calzados vuestros  pies, y el bastón en vuestra mano; (…) de prisa. (…) Yo pasaré esa noche por  la  tierra  de Egipto y heriré a todos  los  primogénitos. (…) La sangre será vuestra señal en las casas donde moráis. Cuando yo vea la sangre pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora» (Ex 12, 11-13).

Con la sangre del cordero los hijos e hijas de Israel obtienen la liberación de la esclavitud de Egipto, bajo la guía de Moisés. El recuerdo de un acontecimiento tan extraordinario se convirtió en una ocasión de fiesta para el pueblo, agradecido al Señor por la libertad recuperada, don divino y compromiso humano siempre actual. «Este será un día memorable para vosotros, y lo celebraréis como fiesta en honor del Señor» (Ex 12, 14). ¡Es la Pascua del Señor! ¡La Pascua de la antigua Alianza!

2. «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer» (Lc 22, 15). En el Cenáculo, Cristo, cumpliendo las prescripciones de la antigua Alianza, celebra la cena pascual con los Apóstoles, pero da a este rito un contenido nuevo. Hemos escuchado lo que dice de él san Pablo en la segunda lectura, tomada de la primera carta a los Corintios. En este texto, que se suele considerar como la más antigua descripción de la cena del Señor, se recuerda que Jesús, «la noche en que iban a entregarle, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:  «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:  «Este cáliz es la nueva Alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía». Por eso, cada que vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva» (1 Co 11, 23-26).

Con estas palabras solemnes se entrega, para todos los siglos, la memoria de la institución de la Eucaristía. Cada año, en este día, las recordamos volviendo espiritualmente al Cenáculo. Esta tarde las revivo con emoción particular, porque conservo en mis ojos y en mi corazón las imágenes del Cenáculo, donde tuve la alegría de celebrar la Eucaristía, con ocasión de mi reciente peregrinación jubilar a Tierra Santa. La emoción es más fuerte aún porque este es el año del jubileo bimilenario de la Encarnación. Desde esta perspectiva, la celebración que estamos viviendo adquiere una profundidad especial, pues en el Cenáculo Jesús infundió un nuevo contenido a las antiguas tradiciones y anticipó los acontecimientos del día siguiente, cuando su cuerpo, cuerpo inmaculado del Cordero de Dios, sería inmolado y su sangre sería derramada para la redención del mundo. La Encarnación se había realizado precisamente con vistas a este acontecimiento:  ¡la Pascua de Cristo, la Pascua de la nueva Alianza!

3. «Cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva» (1 Co 11, 26). El Apóstol nos exhorta a hacer constantemente memoria de este misterio. Al mismo tiempo, nos invita a vivir diariamente nuestra misión de testigos y heraldos del amor del Crucificado, en espera de su vuelta gloriosa.

Pero ¿cómo hacer memoria de este acontecimiento salvífico? ¿Cómo vivir en espera de que Cristo vuelva? Antes de instituir el sacramento de su Cuerpo y su Sangre, Cristo, inclinado y arrodillado, como un esclavo, lava en el Cenáculo los pies a sus discípulos. Lo vemos de nuevo mientras realiza este gesto, que en la cultura judía es propio de los siervos y de las personas más humildes de la familia. Pedro, al inicio, se opone, pero el Maestro lo convence, y al final también él se deja lavar los pies, como los demás discípulos. Pero, inmediatamente después, vestido y sentado nuevamente a la mesa, Jesús explica el sentido de su gesto:  «Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros» (Jn 13, 12-14). Estas palabras, que unen el misterio eucarístico al servicio del amor, pueden considerarse propedéuticas de la institución del sacerdocio ministerial.

Con la institución de la Eucaristía, Jesús comunica a los Apóstoles la participación ministerial en su sacerdocio, el sacerdocio de la Alianza nueva y eterna, en virtud de la cual él, y sólo él, es siempre y por doquier artífice y ministro de la Eucaristía. Los Apóstoles, a su vez, se convierten en ministros de este excelso misterio de la fe, destinado a perpetuarse hasta el fin del mundo. Se convierten, al mismo tiempo, en servidores de todos los que van a participar de este don y misterio tan grandes.

La Eucaristía, el supremo sacramento de la Iglesia, está unida al sacerdocio ministerial, que nació también en el Cenáculo, como don del gran amor de Jesús, que «sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1).

La Eucaristía, el sacerdocio y el mandamiento nuevo del amor. ¡Este es el memorial vivo que contemplamos en el Jueves santo!

«Haced esto en memoria mía»:  ¡esta es la Pascua de la Iglesia, nuestra Pascua!

MISA «IN CENA DOMINI» EN LA BASÍLICA VATICANA

 HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Jueves santo, 20 de abril de 2000

Meditación Domingo de Ramos de San Juan Pablo II

1. «Benedictus, qui venit in nomine Domini… Bendito el que viene en nombre del Señor» (Mt 21, 9; cf. Sal 118, 26).

Al escuchar estas palabras, llega hasta nosotros el eco del entusiasmo con el que los habitantes de Jerusalén acogieron a Jesús para la fiesta de la Pascua. Las volvemos a escuchar cada vez que durante la misa cantamos el Sanctus. Después de decir:  «Pleni sunt coeli et terra gloria tua», añadimos:  «Benedictus qui venit in nomine Domini. Hosanna in excelsis».

En este himno, cuya primera parte está tomada del profeta Isaías (cf. Is 6, 3), se exalta a Dios «tres veces santo». Se prosigue, luego, en la segunda, expresando la alegría y la acción de gracias de la asamblea por el cumplimiento de las promesas mesiánicas:  «Bendito el que viene en nombre del Señor. ¡Hosanna en el cielo!».

Nuestro pensamiento va, naturalmente, al pueblo de la Alianza, que, durante siglos y generaciones, vivió a la espera del Mesías. Algunos creyeron ver en Juan Bautista a aquel en quien se cumplían las promesas. Pero, como sabemos, a la pregunta explícita sobre su posible identidad mesiánica, el Precursor respondió con una clara negación, remitiendo a Jesús a cuantos le preguntaban.

El convencimiento de que los tiempos mesiánicos ya habían llegado fue creciendo en el pueblo, primero por el testimonio del Bautista y después gracias a las palabras y a los signos realizados por Jesús y, de modo especial, a causa de la resurrección de Lázaro, que se produjo algunos días antes de la entrada en Jerusalén, de la que habla el evangelio de hoy. Por eso la muchedumbre, cuando Jesús llega a la ciudad montado en un asno, lo acoge con una explosión de alegría:  «Bendito el que viene en nombre del Señor. ¡Hosanna en el cielo!» (Mt 21, 9).

2. Los ritos del domingo de Ramos reflejan el júbilo del pueblo que espera al Mesías, pero, al mismo tiempo, se caracterizan como liturgia «de pasión» en sentido pleno. En efecto, nos abren la perspectiva del drama ya inminente, que acabamos de revivir en la narración del evangelista san Marcos. También las otras lecturas nos introducen en el misterio de la pasión y muerte del Señor. Las palabras del profeta Isaías, a quien algunos consideran casi como un evangelista de la antigua Alianza, nos presentan la imagen de un condenado flagelado y abofeteado (cf. Is 50, 6). El estribillo del Salmo responsorial:  «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», nos permite contemplar la agonía de Jesús en la cruz (cf. Mc 15, 34).

Sin embargo, el apóstol san Pablo, en la segunda lectura, nos introduce en el análisis más profundo del misterio pascual:  Jesús, «a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2, 6-8). En la austera liturgia del Viernes santo volveremos a escuchar estas palabras, que prosiguen así:  «Por eso Dios lo exaltó sobre todo, y le concedió el nombre que está sobre todo nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo, y toda lengua proclame:  ¡Jesucristo es Señor!, para gloria de Dios Padre» (Flp 2, 9-11).

La humillación y la exaltación:  esta es la clave para comprender el misterio pascual; ésta es la clave para penetrar en la admirable economía de Dios, que se realiza en los acontecimientos de la Pascua.

3. ¿Por qué, como todos los años, están presentes numerosos jóvenes en esta solemne liturgia? En efecto, desde hace algunos años, el domingo de Ramos se ha convertido en la fiesta anual de los jóvenes. Aquí, en 1984, año de la juventud, y en cierto sentido Año jubilar de los jóvenes, comenzó la peregrinación de las Jornadas mundiales de la juventud, que, pasando por Buenos Aires, Santiago de Compostela, Czestochowa, Denver, Manila y París, volverá a Roma el próximo  mes de agosto para la Jornada mundial de la juventud del Año santo 2000.

Así pues, ¿por qué tantos jóvenes se dan cita para el domingo de Ramos aquí en Roma y en todas las diócesis? Ciertamente, son muchas las razones y las circunstancias que pueden explicar este hecho. Sin embargo, al parecer, la motivación más profunda, que subyace en todas las otras, se puede identificar en lo que nos revela la liturgia de hoy:  el misterioso plan de salvación del Padre celestial, que se realiza en la humillación y en la exaltación de su Hijo unigénito, Jesucristo. Esta es la respuesta a los interrogantes y a las inquietudes fundamentales de todo hombre y de toda mujer y, especialmente, de los jóvenes.

«Por nosotros Cristo se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó». ¡Qué cercanas a nuestra existencia están estas palabras! Vosotros, queridos jóvenes, comenzáis a experimentar el carácter dramático de la vida. Y os interrogáis sobre el sentido de la existencia, sobre vuestra relación con vosotros mismos, con los demás y con Dios. A vuestro corazón sediento de verdad y paz, a vuestros numerosos interrogantes y problemas, a veces incluso llenos de angustia, Cristo, Siervo sufriente y humillado, que se abajó hasta la muerte de cruz y fue exaltado en la gloria a la diestra del Padre, se ofrece a sí mismo como única respuesta válida. De hecho, no existe ninguna otra respuesta tan sencilla, completa y convincente.

4. Queridos jóvenes, gracias por vuestra participación en esta solemne liturgia. Cristo, con su entrada en Jerusalén, comienza el camino de amor y de dolor de la cruz. Contempladlo con renovado impulso de fe. ¡Seguidlo! Él no promete una felicidad ilusoria; al contrario, para que logréis la auténtica madurez humana y espiritual, os invita a seguir su ejemplo exigente, haciendo vuestras sus comprometedoras elecciones.

María, la fiel discípula del Señor, os acompañe en este itinerario de conversión y progresiva intimidad con su Hijo divino, quien, como recuerda el tema de la próxima Jornada mundial de la juventud, «se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1, 14). Jesús se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, y cargó con nuestras culpas para redimirnos con su sangre derramada en la cruz. Sí, por nosotros Cristo se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.

«¡Gloria y alabanza a ti, oh Cristo!».

 

CELEBRACIÓN DEL DOMINGO DE RAMOS
Y DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

XV Jornada Mundial de la Juventud
Domingo 16 de abril de 2000

Horarios Semana Santa

A continuación os dejamos el horario de todas las celebraciones de la Semana Santa 2017

DOMINGO RAMOS

10.30, 11.30, 13.00 y 19.30 en todas las Misas. Se entregan y bendicen gratuitamente los ramos. Si dais algo de donativo será para la Misión de Santo Domingo

MARTES SANTO

17.00-21.00 Habrá un cura confesando

JUEVES SANTO

10 Laudes

18 Misa Cena del Señor

22 Hora Santa

La liturgia de este día la prepararemos juntos el Lunes Santo después de la Misa de 19.30. ¡Venid a ayudar!

VIERNES SANTO

10 Laudes

12  Vía Crucis

18 Oficio de la Cruz

21 Oración ante la Cruz

La liturgia de este día la prepararemos juntos el Martes Santo después de la Misa de 19.30 . ¡Venid a ayudar!

SÁBADO SANTO

10Laudes

23Vigilia Pascual

La liturgia de este día la prepararemos juntos el Miércoles Santo después de la Misa de 19.30. ¡Venid a ayudar!

DOMINGO DE PASCUA

10.30, 11.30, 13.00 y 19.30 Horario habitual de misas de domingo

Horario de Semana Santa

Los 11 consejos del Papa para un buen noviazgo

Es necesario “ayudar a los jóvenes a descubrir el valor y la riqueza del matrimonio”, ha expresado el Papa Francisco en la exhortación apostólica Amoris Laetitia presentada el 8 de abril del pasado año. Para ello, dio una serie de consejos a los novios que presentamos a continuación:

1. Recuerden la importancia de las virtudes, “entre estas, la castidad resulta la condición preciosa para el crecimiento genuino del amor interpersonal”.

2. “Aprender a amar a alguien no es algo que se improvisa ni puede ser el objetivo de un breve curso previo a la celebración del matrimonio”. Cada persona se prepara para el matrimonio desde su nacimiento, aprendiendo de sus padres “lo que es un matrimonio cristiano”.

3. Comprendan que el matrimonio “es una cuestión de amor, que sólo pueden casarse los que se eligen libremente y se aman”.

5. De darse el caso, durante el noviazgo deben tener la capacidad de reconocer “incompatibilidades o riesgos” y aceptar que no es razonable apostar por una relación, para “no exponerse a un fracaso previsible con consecuencias muy dolorosas”.

6. Por ello, hablen “de lo que cada uno espera de un eventual matrimonio, de su modo de entender lo que es el amor y el compromiso, de lo que se desea del otro, del tipo de vida en común que se quisiera proyectar”.

7. Recuerden que el compromiso expresado en el matrimonio, “cuando se trata de dos bautizados, sólo pueden interpretarse como signos del amor del Hijo de Dios hecho carne y unido con su Iglesia en alianza de amor”.

8. Por tanto, este sacramento no es un momento que luego es parte del pasado y los recuerdos, sino que “ejerce su influencia sobre toda la vida matrimonial, de manera permanente”.

9. No se concentren solo en la celebración, sino dediquen sus mejores fuerzas “a prepararse como pareja para el gran paso que van a dar juntos”. Tengan la valentía de ser diferentes y no dejarse “devorar por la sociedad del consumo y de la apariencia”. “Lo que importa es el amor que los une, fortalecido y santificado por la gracia”.

10. El casamiento no es el final del camino, pues el matrimonio es “una vocación que los lanza hacia adelante, con la firme y realista decisión de atravesar juntos todas las pruebas y momentos difíciles”.

11. El día que se casen oren juntos, “el uno por el otro, pidiendo ayuda a Dios para ser fieles y generosos, preguntándole juntos a Dios qué es lo que él espera de ellos, e incluso consagrando su amor ante una imagen de María”.

Charlas Cuaresmales 2017

La Parroquia Santa Eugenia ha organizado un nuevo ciclo de Charlas Cuaresmales que se desarrollarán la próxima semana, desde el lunes día 3  de abril hasta el martes día 4 a partir de las 20:00 horas en los salones parroquiales (C/ Virgen de las Viñas, 15). «Tiempo de renacer vivido desde la liturgia» es el tema que centrará la reflexión de este nuevo ciclo de Charlas Cuaresmales impartido por D. Javier Sánchez Cervera, párroco de Nuestra Señora de Fuente del Fresno.  Se trata de una propuesta diocesana con más de una década de historia, que al final del tiempo cuaresmal pretende invitar a la reflexión sobre la esencia de la liturgia, la importancia de las dimensiones comunitaria y misionera de la fe y la necesidad de proponer nuevos caminos de evangelización.

D. Javier y su hermana Belén

Este ciclo de charlas culminará con la celebración comunitaria del perdón el miércoles 5 de abril  a las 20:00 horas en el templo. Estais todos invitados a participar tanto de las charlas como de la celebración penitencial comunitaria

Un terrorista se convierte y cumple su sueño: ingresar a un monasterio

Las torres gemelas en Nueva York, los atentados de Madrid, la matanza en la isla de Utoya en Noruega, las atrocidades de Boko Haram, del Califato del Estado Islámico, la reciente bomba en el metro de Santiago de Chile tienen un factor común: el odio y deshumanización que sustentan el terrorismo.

Algunos seres humanos que alguna vez ejercieron el terror logran liberar y sanar desde la maldad para nacer a una vida nueva. Dios fue y es la razón para esta resurrección en el caso del ex terrorista ETA Jean Philippe Saez…

Jean Philippe Saez fue educado en el amor a las tradiciones de sus padres y con sólo 19 años ya era un conocido virtuoso del Txistu (flauta autóctona) en el País Vasco francés. Transcurrían los años setenta cuando el etarra Domingo Iturbe Abasoloi, alias Txomin, lo captó y entrenó para hacerlo parte del primer comando operativo (Argala) de ETA. El grupo, compuesto sólo por vasco-franceses, desplegó sus primeras acciones terroristas en España durante los  años 1978 y 1979.

“En ese momento” -confesaría años después Philippe- “la ETA representaba el mito de los días gloriosos de la lucha contra Franco. Unirme a ella era una especie de exaltación para mí, pero rápidamente fui llevado a vivir en la clandestinidad”.

Pronto Philippe, que sería apodado el Txistu, descubriría el macabro sentimiento de ser protagonista del terror de ETA… participando como vigilante en al menos cuatro atentados donde sus compañeros asesinaron a siete personas: el industrial José Legaza, el magistrado José Francisco Mateu, el general Constantino Ortiz, el teniente general Luis Gómez Ortigüela, los coroneles Agustín Laso y Jesús Avelós, y el conductor Lorenzo Gómez.

Phillippe, que hubo de actuar como centinela en el último atentado a Laso, Avelós y Gómez estuvo a punto de escapar ese mismo día. Pero habría significado firmar su sentencia de muerte.

Aprovechando los meses de “silencio” que la propia organización le impuso para que pasare desapercibido una vez de regreso en Francia, se confesó, comenzó a ir regularmente a misa y en su corazón volvió a nacer la vocación perdida en la adolescencia. Ingresar como monje a la Abadía benedictina de Notre Dame de Belloc, era un anhelo recurrente en Philippe…

ETA y la Abadía

La Abadía desde sus orígenes representaba un símbolo de protección para los vascos… quizás en ello residía también el influjo que provocaba en Philippe. Había sido fundada en 1874 por un grupo de novicios vascos provenientes del monasterio de  Pierre-que-Vire, con el padre Agustín Bastres, de Lapurdi.

El primero de septiembre de aquél año todo el pueblo de Urt acompañó a los monjes hasta una vieja granja desocupada de Belloc cantando el Ongi etorri-aita onak-Jainkozko gizonak (Bienvenido sea Dios, padre bueno del hombre), según relata la enciclopedia Auñamendi.

Desde entonces el recinto, acredita una larga tradición de hospitalidad. Durante la Guerra Civil española se refugiaron allí republicanos y nacionalistas. Luego en la Segunda Guerra Mundial escondió a miembros de la resistencia y a pilotos aliados enviados por la red Orion. Como consecuencia algunos monjes dieron con sus huesos en el campo de concentración nazi de Dachau y la abadía recibió la Legión de Honor.

Así, en mayo de 1962 los monjes no vieron inconveniente en que aquel grupo de vascos de ideas independentistas realizaran su I Asamblea en la Abadía. Allí surgió ETA como “movimiento revolucionario vasco para la liberación nacional creado en la resistencia patriótica, socialista, de carácter aconfesional y económicamente independiente”. La misma organización que años después, en su V asamblea, sacralizaría la lucha armada despeñándose hacia el terrorismo.

El Hermano Philippe

El año 1982 Txistu logró que ETA aceptara su desvinculación. Libre, finalmente en septiembre de 1988, el ahora “Hermano Philippe” inició su formación monacal en la Abadía de Notre Dame de Belloc.

Siempre tuve la necesidad de vivir para Dios. Cuando pasó el tiempo me dije que ingresaría en un monasterio y ya no hablaría más de mi pasado”, señalaría escueto Philippe a quienes le buscarían en el silencio del claustro poco tiempo después. Sí, porque el pasado llegaría a cobrarle cuentas al mismo monasterio el año 1990.

La policía lo llevó detenido por su pasado etarra y desolado el prior Jean Jacques de Amestoy, señaló a los medios de comunicación que el novicio Philippe “vivía con seriedad la formación para su nueva vida de monje basada en la conversión y la oración”.

Luego, adelantando sentencia agregó que “el monasterio no puede aprobar de ningún modo lo que por esencia no puede justificarse”. Pero la justicia permitió que el futuro monje continuase su reclusión en la Abadía y el año 1997 se dictó sentencia condenándolo a diez de prisión.

Cumplida su condena el converso hermano Philippe continuaría vinculado a la Abadía. Siempre que le es posible se desplaza por la región para interpretar en parroquias música sacra con la flauta tradicional Txistu.

Fuentes: Portaluz, El País, Liberation, El correo, El tiempo
Artículo publicado originalmente en Portaluz