Noticia del Boletín 128 – Año 4, del 25 de octubre de 2020
Buenas, me llamo Conchi, trabajo en casa y tengo dos hijas de 28 y 22 años. Antes vivía en un pueblecito aunque hace ya 32 años que vine a Madrid.
Al principio me pasaba días sola debido al trabajo de mi marido. Luego, después del nacimiento de mis hijas, aun con la oportunidad de trabajar, me dediqué a ellas y eso me llevó a conocer la vida de la parroquia, a disfrutar del ambiente y la vidilla de esta familia.
Antes de empezar a ser catequista aquí en Santa Eugenia, fui catequista en mi pueblo, sin embargo terminé dejándolo y me uní a la legión de María; esto consistía en una reunión semanal donde hablábamos de nues‐tra semana y nos dividíamos para acompañar a una persona que estuviera sola en nuestro pueblo o que le hiciera falta ayuda en otro tipo de tareas.
Cuando venía a dejar a mi hija a catequesis me vi influenciada por el ambiente, esto me llevó a pensar si podría ayudar o aportar algo y un día en misa, una vez que mi hija ya había hecho la Comunión, sabiendo Dios de mi timidez y también mis ganas de ayudar y participar, puso en mi camino a Dora, cuyas palabras fueron una petición de ayuda y una puerta de entra‐da a la vida de catequista en la cual llevo ya 16 años.
Soy un granito de arena en la playa del Señor, si mis experiencias ayudan a los más jóvenes, pues doy gracias al Señor.
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