Noticia del Boletín 25 – Año 1, del 8 de abril de 2018
La semana más importante para los cristianos se ha vivido también de un modo muy especial en Santa Eugenia, pese a ser fechas en las que nuestro barrio ve cómo muchos de nuestros vecinos se desplazan fuera de la ciudad.
Entre otras celebraciones, el Jueves Santo tuvo lugar la misa en la que se recuerda la Cena del Señor, con el lavatorio de los pies por parte de nuestros sacerdotes. Posteriormente se compartió una “Hora Santa”, que además de recordar el sufrimiento de Jesús en Getsemaní dio paso a una vigilia ininterrumpida en la que, por turnos, se acompañó al Señor junto al Monumento hasta la celebración de la Pasión, ya el Viernes Santo. Un total de 24 horas. Desde ese momento, silencio, solo interrumpido en nuestra parroquia para compartir el Vía Crucis y los terceros laudes de la Semana Santa.
El sábado por la noche, nos reunimos en la entrada del templo para dar comienzo a una concurrida Vigilia Pascual marcada por la luz, que poco a poco fue abriéndose paso entre las tinieblas. Y es que, gozosos, celebramos la resurrección de nuestro Señor. Noche de alegría y esperanza, que se trasladó a las misas del domingo.
La intensa semana acabó del mismo modo que utilizó Jesús para quedarse entre nosotros: alrededor de una mesa. Así, jóvenes y adultos compartimos una comida fraterna en la que se sentían en el ambiente los ecos de la buena noticia acaecida en Jerusalén hace casi dos mil años: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Y es que, hermanos y hermanas, nuestro Señor ha resucitado. ¡Aleluya! ¡Aleluya!