Noticia del Boletín 100 – Año 3, del 1 de marzo de 2020
Durante el pasado fin de semana tuvieron lugar los ejercicios espirituales de nuestra vicaría, un fin de semana destinado a la oración, el silencio y el encuentro con Jesús. Teniendo en cuenta la cercanía a la Cuaresma, fue un gran punto de partida en la preparación hacia esta, y por ello algunos de nuestros jóvenes se decidieron a participar.
En los ejercicios el silencio jugó un papel fundamental, y no sólo el silencio exterior, con el que algunos de los asistentes no tuvieron ningún problema, sino el silencio de la cabeza y el corazón, al que en muchas ocasiones no damos ninguna importancia pero resulta fundamental en el encuentro con Dios. Esta experiencia se desarrolló en silencio, con muchos espacios para la oración independiente y en comunidad, permitiendo profundizar más en nosotros mismos con el Padre.
A lo largo del fin de semana se trabajaron varias ideas que calaron muy hondo en nuestros jóvenes, con preguntas muy aplicables para todos nosotros también. Como fue el caso de dejarnos amar plenamente por Dios, en todos los aspectos de nuestra vida, para de esta forma poder dar un SÍ incondicional a Dios, un SÍ pleno y sin filtros, incluyendo aquello que a nosotros mismos nos cuesta amar.
Se habló también de la culpabilidad que sentimos al cometer un pecado, una culpa que no está incentivada por el Padre, sino que brota en nosotros por haber dañado una relación limpia y la añoranza por recuperar esa relación. Siempre desde la comprensión de Jesús, porque Él es como nosotros y nos comprende y ama, y esto lo podemos ver en la escena del Bautismo de Jesús. Donde baja a nuestro nivel de pecadores poniéndose a la cola para ser bautizado junto a nosotros para acompañarnos.
En resumen, resultó un fin de semana intenso y profundo, abierto a la escucha del Padre y de lo que tenía que decir a cada uno de nuestros jóvenes.