Noticia del Boletín 65 – Año 2, del 31 de marzo de 2019
El pasado fin de semana, como viene siendo común por estas fechas, tuvieron lugar las convivencias de PREAS; esta vez el tema central giró alrededor de la comunicación, y tuvieron lugar en Torrelaguna.
Se trabajó la comunicación a distintos niveles, tanto con el resto de las personas, como con uno mismo, y para terminar, con Dios. Como siempre a través de juegos, dinámicas y reflexiones.
Las convivencias comenzaron el viernes por la tarde, donde, como es costumbre, los catequistas presentaron el tema de las convivencias a través de un pequeño teatrillo. Tras unos juegos de presentación se hizo una pequeña oración que daba el pistoletazo de salida a este especial fin de semana.
El sábado por la mañana se planteaba un problema: ¿Por qué nos comunicamos? Los niños lo fueron descubriendo a través de dinámicas
que se centraron en el respeto, la comunicación a través de los cinco sentidos, la libertad de expresión, la sinceridad, etc. Por la tarde, sin embargo, se trabajó la escucha, el hecho de estar atentos, el lenguaje corporal, los debates, e incluso el significado del silencio en distintas
situaciones. Por último, y para finalizar la tarde, tuvo lugar una oración que hablaba sobre cómo descongelar el corazón, cómo convertir nuestro corazón de hielo en uno de fuego. Esta apertura del corazón se reflejó en una carta que debían escribir, podían dirigirla a quien ellos quisieran incluyendo la posibilidad de ofrecérsela al Señor. También la música fue protagonista y, por último, hubo un momento para poder rezar los unos por los otros durante una adoración al Santísimo.
El domingo los pequeños trabajaron la comunicación desde la fe: una comunicación que se convierte en servicio y entrega, un perdón incondicional, en la cual Jesús es el centro y la fuerza que nos une. Hubo una gran presencia del Espíritu, en especial entre los más mayores.
En particular estas convivencias han sido muy enriquecedoras, tanto para los niños como para los catequistas, y toda la Familia de Santa Eugenia estuvo pendiente, con su oración, y con gran variedad de dulces caseros que algunas personas prepararon para los pequeños, además de las fantásticas cocineras que dieron su amor a través de ese servicio.