Noticia del Boletín 129 – Año 4, del 1 de noviembre de 2020
La Presencia de nuestra Madre en la parroquia es fuerte; la prueba de ello la tenemos en el crecimiento que muchos hermanos están viviendo en su vida espiritual y también en la vuelta a Casa de los que estaban lejos y han abierto sus corazones a la Fe. Tiempo de gracia en la compañía de Nuestra Señora de Fátima.
Esta imagen de la Virgen viene de la Residencia Los Nogales, atendida por los sacerdotes y por el equipo de pastoral de la salud de nuestra comunidad. Ante Ella se consagró la parroquia al Inmaculado Corazón de María en la Fiesta de Pentecostés del año pasado, y es la imagen que está presente entre nosotros prácticamente desde el inicio de la pandemia. Cada vez que miramos a Nuestra Señora de Fátima recordamos con cariño a todos los mayores, especialmente afectados por la crisis actual, en una oportunidad de expresar nuestro cariño y cercanía a través de la oración. Ella es nuestro lazo de comunión con ellos y la invitación permanente a la conversión y a la transformación de la sociedad, poniendo en el lugar más alto a los más vulnerables. Nuestros mayores son la “edad de oro” y así merecen ser tratados, valorados, acogidos y cuidados.
Ellos no pueden ahora acudir a la capilla de la Residencia a rezar a nuestra Madre por las medidas sanitarias; por eso tenemos la imagen de Nuestra Señora de Fátima aquí en la parroquia, en un compromiso de llevarlos en el corazón y hacernos misioneros de la dignidad sagrada de todo hombre y mujer de la tierra, sobre todo cuando son más necesitados del apoyo y la consideración de todos.
Acaba octubre, pero María sigue a nuestro lado; Ella ha sido, es y será signo de consuelo y de firme esperanza. El día que su imagen vuelva a la Residencia será la preciosa señal de la llegada de los tiempos nuevos, que Dios, nuestro Padre, nos está preparando.
Siempre con Ella hacia Jesús.