ACCIÓN DE GRACIAS

Noticia del Boletín 77 – Año 2, del 23 de junio de 2019

Querida familia de Santa Eugenia.

Soy Carla García y tengo 24 años. Vengo de una familia cristiana en la que se me ha hablado desde muy pequeña de Jesús. Por ello, fui bautizada al poco de nacer en nuestra parroquia y desde entonces la figura de Jesús ha estado presente.

A los 8 años mis padres me apuntaron a la catequesis de comunión y empecé a pertenecer más seriamente a la que ahora considero mi familia de la Parroquia de Santa Eugenia. No puedo expresar mucho lo que supuso la comunión para mí, creo que no era muy consciente de lo que estaba viviendo pero sí recuerdo un día muy especial, muy feliz; fue y es una fecha muy señalada.

Tras la comunión, empecé a bajar a PREAS, y para mí fue mi salvación y uno de los regalos mas maravillosos de mi vida. Descubrí un Jesús amigo y confidente, que me escuchaba, que me entendía y sobre todo, me consolaba.

Años después, tras 4 años de desierto, en la JMJ de 2016 a la que fuimos los jóvenes de la parroquia, en una Eucaristía en Lourdes, ante la Virgen, y a pesar de las miles de personas que nos rodeaban, el Señor elige ese momento para decirme que me ama profundamente, que había estado llamando a mi puerta y que junto a Él sería feliz. Me sentí llena de un Amor inmenso. Con 21 años me hizo ver que Él era el tesoro de mi vida, y que mi historia y mi vida encajaba si dejaba que Él entrara.

Ha sido un camino precioso, en el que el Señor me ha hecho fuerte en Él y me ha guiado hasta descubrir mi lugar y mi vocación. Pero también ha sido duro porque he tenido que luchar con el peor enemigo: yo misma y mis miedos. Pero Él me ha ido enamorando en cada oración, eucaristía, en cada hermano y en mi día a día.

Hoy, 23 de junio, entro en el convento de la comunidad Iesu Communio. Lo hago muy feliz; después de 3 años de búsqueda y lucha conmigo misma he encontrado mi sitio donde descanso y soy feliz.

Gracias Señor por regalarme a la familia de Santa Eugenia; en ella he recibido los sacramentos, he conocido a mis amigos, a personas maravillosas que me apoyan y me quieren, pero sobre todo he encontrado el tesoro de mi vida que eres Tú.

A partir de ahora tenéis un convento rezando por esta gran familia.

Rezad por mí por favor.

Muchas gracias.