TESTIMONIO DE LA EFUSIÓN DEL ESPÍRITU

Noticia del Boletín 105 – Año 3, del 17 de mayo de 2020

Tras la reciente Efusión del Espíritu del pasado miércoles hemos tenido la suerte de contar con el testimonio de una de las personas que estuvo viviéndolo y preparándose para ello. Nos ha contando desde su experiencia qué es la efusión del Espíritu:

“Es la primera experiencia que he tenido, lo he vivido como una acogida del Espíritu, vivida desde una preparación previa de oración, formación, pero sobre todo de acogida. Como no podemos encerrar al Espíritu en un cajón en un formato, porque es libre, sólo obtenemos lo que Él te regale. Así, entre lo que he vivido y lo que me han explicado, sería como lo resumiría”.

Después le hemos pedido que nos cuente un poco cómo fue ese día y la preparación de los días previos: “Por un lado la preparación de las charlas de Rubén y Benedict me han marcado bastante y me han ayudado a orar y acoger más ese momento. He orado mucho sobre todo a lo largo de las dos últimas semanas; tal vez este tiempo de confinamiento en el cual hemos visto una realidad tan cruda, donde he percibido una inseguridad, una impotencia y la fragilidad tan grande que tenemos con respecto a la vida, tal vez eso me ha capacitado para prepararme y vaciarme lo más posible de mí misma para acoger al Señor.

Y he entendido, en los días previos, que esa preparación tenía que pasar por un vaciamiento propio y liberarme de las ataduras que llevaba para acercarme al Sacramento del Perdón. Eso ha sido posible, aun a pesar de las circunstancias, y eso me acerco más a la oración y a estar pendiente de la apertura a Dios.

Dos días antes lo he vivido con entusiasmo enorme, para mí ha sido como prepararme para recibir la Comunión, con ese entusiasmo de que es una fiesta y de que algo grande va a pasar dentro de ti, con emoción porque llegue al día concreto.

Expectante y con emoción llegó el día, y en el momento en concreto, aun a pesar de estar sola en casa, aun sabiendo que no era lo mismo que si hubiéramos estado juntos, sentí la fuerza de las personas reunidas. Noté que algo muy fuerte nos estaba uniendo, que le estábamos llamando a Él para que derramase su Espíritu; en lo particular dentro de la emoción, oré intensamente a Dios; y pasé de sentir una tormenta intensa con lluvia y viento a pasar a una calma total, sin destrozos, a una paz. Sentí que recorría todas las etapas de mi vida, sacando cada pequeña herida que había hecho daño y sentí que eso se quedaba curado, no tenía ni idea de cómo comunicar lo que estaba sintiendo. No quería que bajara el telón y continúe muchas horas después en una dinámica de oración y dando gracias al Padre.

Lo maravilloso fue el texto que encontré; una de las tareas era abrir la Biblia y leer el capítulo que nos hubiera tocado. Yo tuve el Evangelio de Lucas, donde regresan un grupo de Apóstoles, eufóricos, pues habían expulsado a los demonios en nombre de Jesús, me parece que todo vino acorde a lo que estaba viviendo, me ha dejado ese pozo de paz y no me siento defraudada, sino que siento una enorme PAZ”.