RESUMEN DEL CURSO 2017 – 2018

Noticia del Boletín 35 – Año 1, del 17 de junio de 2018

Querida familia:

En este domingo de la Fiesta de Santa Eugenia hay una palabra que el Espíritu pone en nuestros corazones: GRACIAS.

Aunque quedan las actividades pastorales del verano (campamento, campo de trabajo y misión) después de todo este curso vivido tenemos muchos motivos para dar gracias a Dios por todo lo que nos ha regalado y hemos compartido juntos. El Evangelio de hoy es un resumen de toda esta Bendición.

El Señor nos hace una llamada al amor: “permaneced en mi amor” y “amaos unos a otros como Yo os he amado”. Hemos crecido en el sentido más auténtico que tiene nuestra parroquia: ser Familia. Familia de los hijos de Dios, Familia de la Iglesia, Familia de Jesús que participamos en su Espíritu que nos une en unos lazos que van más allá de la simpatía o de tener gustos parecidos. Dios nos une siendo diferentes, une en la diversidad y respetando a cada uno tal como es. Santa Eugenia es una casa, un hogar. Jóvenes y mayores, niños, hemos disfrutado momentos preciosos de encuentro con el Señor. Memorable la Noche del Jueves Santo y la Vigilia Pascual. ¡Gracias!

Todo esto nace desde la Eucaristía. Jesús nos dio el mandamiento nuevo del amor en el mismo momento en que se ofreció en su Cuerpo y Sangre en la Última Cena.  Hemos ido respondiendo a la llamada del Señor a adorarle, en el Sagrario y en la Exposición del Santísimo de los jueves. Experiencias preciosas de Espíritu Santo, que toca nuestros corazones y nos hace tocar y gustar el Amor de Dios en nosotros.

Y María detrás de todo esto. La Vigilia de la Inmaculada, el mes de mayo, el rezo del Rosario ya diario en nuestra Iglesia. Como la primera comunidad, la Santa Madre reza con nosotros para vivir en el Nuevo Pentecostés que Jesús está derramando.

Del Corazón de Cristo han nacido tres nuevas realidades también en nuestra Familia: los grupos de matrimonios, el grupo misionero y la Renovación Carismática. Es una señal de cómo Jesús vivo sigue actuando entre nosotros y enriqueciéndonos con sus dones. Un dato importante en todo esto es el acercamiento cada vez mayor de las familias a la vida parroquial. Hay hambre y sed de Dios y tendremos que estar a la altura de ayudar en esta misión tan fundamental de convertir nuestra Casa en Familia de familias haciendo que Jesús entre en cada hogar. San José (presente también en su nueva imagen en nuestro Templo) nos ayude en esta tarea preciosa.

En cuanto a la catequesis, este curso hemos recibido el regalo del catecumenado de adultos, en el que vivimos en la fiesta de Pentecostés sus primeros frutos con los hermanos que recibieron la Confirmación y el Bautismo de Nuria. Como novedad hicimos también la primera convivencia con los niños que iban a recibir la Primera Comunión que fue una verdadera gozada y las Primeras Comuniones de PREAS.  ¡El amor no tiene edad! También las convivencias de Confirmación y Jóvenes en el inicio de la Semana Santa fue un momento fuerte de encuentro con el Señor en este curso.

Como Familia de la Iglesia tenemos las puertas abiertas y hemos sentido la llamada del Señor a hacerle presente en nuestro barrio y con los más necesitados. El grupo misionero y la vuelta a la actividad del grupo de medios de comunicación son parte de este regalo de Dios para nuestra acción evangelizadora.  La participación en la Cabalgata de Reyes, sembradores de estrellas, la cena del hambre “desanestesiando el corazón”, la colaboración en la residencia de ancianos, el encuentro con la comunidad Fe y Luz de personas con capacidades diferentes… además del trabajo cotidiano de Cáritas, Cañada, Pastoral de la Salud. ¡Nuestra Familia está muy viva y aporta vida a los demás!

Varios acontecimientos han marcado este curso: la entrada de Rubén como nuevo párroco de Santa Eugenia, el incendio en Cañada Real el 6 de diciembre, la semana vocacional en marzo con la colaboración del Seminario Conciliar de Madrid y finalmente la llegada de la “lámpara vocacional diocesana” en estos días.

Tampoco nos olvidamos de todos nuestros seres queridos que han alcanzado la meta en el camino de la vida, como D. Carmelo y Lilita (madre de Benedict) y que ahora rezan también y nos acompañan desde la Presencia de Dios. A todos nuestros difuntos el Señor les regale su paz. Para todos y cada uno de ellos nuestra oración y nuestra memoria imborrable.

PARA EL PRÓXIMO CURSO: agradecidos y abiertos al Espíritu Santo miramos hacia adelante, en este Año Mariano que nuestro Obispo ha convocado para Madrid, con motivo de los XXV años de la consagración de la catedral de la Almudena. María es Madre que cuida, sana, protege y de su mano saldremos por los caminos de la evangelización que necesita nuestro barrio.

A MAYOR GLORIA DE DIOS